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IN MEMORIAM

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JOSÉ ANTONIO NOS GANÓ A TODOS
POR FABIO GORDILLO CAMPOS (22-011)
Jose A. VillamizarJosé Antonio Villamizar Hernández era de aquellos hombres que nacieron para luchar, para competir y hacer todo lo posible por llegar primero a todas las metas que la vida nos va mostrando a los seres humanos. Era un convencido de que no solamente hay que ser bueno sino que además hay que parecerlo; tal vez por esto muchos lo llegaron a criticar. Él tuvo, como la gran mayoría de nosotros, un vestido de marinerito cuando era pequeño. Pero creía que el suyo era más bonito, más azul, los botones más dorados, que le quedaba mejor que a todos los demás.

Llegamos a la Escuela Naval de Bocagrande en 1.953 con el contingente Naval 22 y Mercante M-3. Nos pusimos el uniforme de reclutas y empezamos a mirar hacia los lados para descubrir quienes serían nuestros amigos y quienes serían los competidores a los cuales habría que vencer para llegar primero a la meta. Siempre sucedía lo mismo cuando cambiábamos de colegio. Pero José Antonio arrancó con ventaja porque en vez de venir del colegio del Hermano Pedro, venía de la Escuela de Grumetes de Barranquilla. Él lo sabía y todos lo sabíamos; pero él se encargaba de que no lo olvidáramos en ningún momento. Él había jugado fútbol en los "monaguillos" de Santafé, y sabía de toros más que cualquiera; cuando siendo reclutas nos subieron a una tarima, antes del cine de los sábados, para que los cadetes antiguos se burlaran de nosotros al tratar de cantar lo mejor que podíamos, José Antonio les cantó "Begin the begin" en perfecto inglés y con una voz que sorprendió no solamente a los demás reclutas sino a todos los antiguos: "Pa que respeten", parecía decir con su mirada desafiante.

José Antonio me ofreció su amistad y yo la acepté con agrado. A mí me gustaban los luchadores como él, porque uno siempre puede aprender algo de los demás, y con mayor razón si se trata de los mejores. Y esa amistad se fue consolidando con los años. Se fortaleció cuando yo me retiré de la Armada y dejamos de mirarnos como amigos-rivales. Tomamos rumbos muy distintos, pero siempre se ocupaba de localizarme para mantenerme al día sobre sus ascensos y sus triunfos. Yo le contaba también sobre los míos.
Sus únicas razones de ser fueron la Armada y su familia. Buen hijo, buen hermano, buen padre, cariñoso abuelo. Comandante del batallón de cadetes, Director de comunicaciones de la Armada, Director de la Escuela Naval, Comandante del velero Gloria, estudiante del "war college" de la marina Americana, Contralmirante. Casi todo lo logró contra viento y marea. Su única frustración fue la de no haber llegado al cargo de Comandante de la Armada, aunque llenaba todos los requisitos para serlo: A esos niveles de altura las decisiones de los mandos se vuelven complicadas e impredecibles. Sólo uno de nuestro curso pudo llegar a la anhelada meta y no fue él. Lo único que le faltó.

El año pasado, cuando ya su salud estaba deteriorada sustancialmente, me confió que veía cercano el final de su camino, y que lo único que lo mantenía con vida era la esperanza de poder celebrar con todos nosotros, sus compañeros de curso de la Armada, el aniversario de los 50 años de graduados como Oficiales. Su deseo, gracias a Dios, se pudo cumplir en febrero de este año cuando nos reunimos en Cartagena. Durante la misa en la capilla de la Escuela Naval, a pesar de las limitaciones físicas que le imponían la bala de oxígeno y su avanzada debilidad, pude ver que se erguía con orgullo de la banca donde se encontraba, al lado de Lourdes, y luego con voz asfixiada por la emoción levantó la vista hacia el cielo y leyó una oración corta y hermosa de agradecimiento al Dios de todos nosotros. Las fotos que tengo de esos momentos, son testigos de que nuestros ojos estaban hinchados de llorar y de que algo estaba atorado en nuestras gargantas.

Genio y figura hasta la sepultura: La mitad de tus cenizas, por disposición tuya, volará desde lo más alto del mástil más alto del Gloria hasta llegar al mar que tanto quisiste. La otra mitad quedará en una urna del cenizario de la Escuela Naval, la misma que te vio nacer para la Armada y la misma que te vio morir para los que te quisimos.

José Antonio: Nos ganaste a todos porque te fuiste primero.

Bogotá, noviembre 4 de 2.007