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Cyber-Corredera

|| Edición, adaptación y/o traduccción por Jorge Serpa Erazo (NA 38-082)

Pañol de la historia 
Instructivo virtual de CYBER-CORREDERA para fortalecer la cultura naval 

Producción de Jorge Serpa Erazo
Vicepresidente del Consejo de Historia Naval  

JOSE PADILLA

EL NELSON COLOMBIANO

BIOGRAFIA Y ACCIONES NAVALES

Por Capitán Francisco Agudelo Rudas/  20-039


INTROITO

Desde mis primeros años, he seguido con mucho interés el devenir histórico de los pueblos y de los hombres que se hicieron famosos por sus actuaciones dentro del concierto universal. Por ello me aficioné a la Historia y siempre me gustó la lectura de los episodios que han llenado más de treinta siglos de la vida en la tierra.  

Primero fue el Oriente, Grecia y Roma. Luego los Fenicios, los Egipcios, y las hazañas de Alejandro Magno en su conquista del mundo conocido y después la historia de las mayores batallas navales ocurridas en nuestro planeta, comenzando por las que se libraron en Grecia y pasando por las tres más importantes de la vida de Lord Horacio Nelson, el máximo héroe  naval británico y de la historia naval, con sus triunfos en Copenhague, Trafalgar y Abukir, hasta las batallas navales de la Segunda Guerra Mundial escenificadas en los dos océanos más grandes de la tierra.

Pero al ingresar a la Armada en 1952, me decidí a investigar lo más posible sobre la vida y obras de nuestro máximo héroe naval,  José Padilla y a renglón seguido trataré de conformar una biografía, lo mejor hecha posible dentro de mis escasas dotes de investigador e historiador, sobre sus gestas más gloriosas en los mares de Colombia y de  Venezuela.

 

JOSE PADILLA

Nació este eminente defensor de la libertad y la independencia americana, en la ciudad de Riohacha (Guajira) un 19 de Marzo de 1778, sin otras prendas que la de ser hijo de padres honrados, aunque muy pobres. Desde sus primeros años se vio atraído por el mar y ya a los 14 era marinero de la Real Armada Española, en la que fue embarcado desde tan tierna edad, no pudiendo obtener otra clase que la más inferior, como “muchacho de cámara”.

Allí se hizo hombre. Por su pericia, desde 1792 cuando se embarcó como grumete, llegó a ocupar la plaza de Contramaestre de Navío de la Armada Española, cargo este que no se concedía a los servidores americanos y muy difícilmente a los europeos sino hasta haber demostrado suficientemente sus aptitudes para tal servicio. Se empleaban 12 años  para llegar al grado anotado.

 

EN LA BATALLA DE TRAFALGAR

Padilla, al servicio español, combatió en la acción naval de la batalla de Trafalgar que tuvo lugar el 21 de Octubre de 1805 entre las Armadas de España e Inglaterra. Los ingleses estaban mandados por Lord Nelson y  los españoles por el Almirante Churruca. Padilla estaba como Contramaestre de Navío a bordo del “San Juan Nepomuceno” y  tras la derrota española fue hecho prisionero entonces y estuvo en un Pontón en uno de los Fuertes de Inglaterra, hasta que reestablecida la paz entre España e Inglaterra, en 1808 regresó a España. En los primeros meses de 1809 regresó a América por disposición del gobierno peninsular, con la plaza de Contramaestre del Arsenal del Apostadero de Cartagena, puesto en el cual había llegado al término de su carrera, pues le era imposible aspirar a un mayor cargo, teniendo solo las alternativas de retirarse o continuar sirviendo en ese cargo hasta morirse. Estando en este cargo, fue Padilla uno de los que acompañaron al pueblo de Getsemaní, unido al de Cartagena, el memorable 11 de Noviembre de 1811, a pedir al Gobierno del Estado, la declaratoria de Independencia Absoluta de España. Y en ella, sucesivamente desempeñó sus deberes en el aprestamiento de la fuerza marina que debía obrar en aquellas circunstancias guardando nuestras costas, una vez declarados independientes absolutamente.

 

CON EL TENIENTE DE NAVÍO RAFAEL TONO

A poco de regresar de España, Padilla contrajo matrimonio en Cartagena con Pabla Pérez, el 2 de Febrero de 1809. Sin embargo, nunca fue feliz porque no le dio su esposa un hijo y más bien lo sacudió con el estigma del adulterio que llevó a Padilla a buscar aventuras pasajeras para desquitarse de su gran dolor.

La confianza que mereció en aquella ocasión por la actividad desplegada en su trabajo, le hizo merecer otra mayor. Embarcándose nuevamente, pasó a mandar un buque de guerra, el pailebote “Ejecutivo”, de los que formaron la escuadra de la marina independiente.

La primera empresa, después de haber actuado en el Magdalena a las órdenes de Rafael Tono y Llopis, entonces Teniente de Navío, fue la de apresar, a fines de 1814 y en las costas de Tolú, un cuadro de Jefes, Oficiales y Tropa española que se dirigía a Panamá, entre los que se hallaba el Mariscal de Campo  Don Alejandro Hore, quien iba de Gobernador de aquella plaza. Para esto Padilla había rendido una corbeta, que aunque de transporte de tropas, estaba armada para la guerra con mayor tripulación y artillería para obrar, que la que tenía nuestro máximo héroe naval.

La fuerza española y el buque capturado por la intrepidez de Padilla, fueron conducidos a Cartagena y el número de prisioneros hechos pasó de 160 hombres, entre los que se contaban el Mariscal Hore y su familia.

El gobierno de  Cartagena estimó aquel servicio de Padilla como acción distinguida de valor y como premio le concedió el primer ascenso de la marina militar nombrándolo Alférez de Fragata de la Escuadra Independiente.

 

EL SITIO DE CARTAGENA

Él continuó sus servicios activamente, siempre en campaña, hasta que en 1815 como favorito del General  Bolívar, a quien había bajado al Magdalena para que tomara el mando del ejército de la Costa, por el gobierno de la Unión, pudo emigrar a Jamaica y unirse a Bolívar. Después, hizo oposición a la dictadura que se había levantado en Cartagena y  sufrió como muchos otros leales amigos de la causa republicana que se defendía, muchas persecuciones, sobre lo cual la historia ha hablado solo de pasada. Tales desórdenes cesaron en parte ante la invasión del ejército español del “pacificador”  Teniente General Pablo Morillo. En estas circunstancias, amalgamados los partidos políticos aunque ya tarde, salió Padilla en libertad de la prisión  en que se le tenía en la Comandancia de Armas, a cargo del entonces Teniente Coronel Mariano Montilla.

Padilla volvió a las armas, siempre en la marina y así permaneció en campaña en defensa de la plaza de Cartagena, hasta que diezmada la población por hambre a consecuencia del bloqueo y sitio que sufrió, fue ocupada el 6 de Diciembre de 1815. Él, a bordo de su buque, e incorporado a la Escuadra que conducía la emigración de los patriotas que iban a buscar hospitalidad a playas extranjeras, fue uno de los que pudieron y supieron romper la línea española que al frente de la Plaza, que pretendía impedir el paso, después que se había logrado pasar el estrecho canal de Bocachica, por entre un granizo espeso de balas de cañón y fuego abrasador que dirigía el enemigo.

Fue Padilla entonces uno de los que se salvaron en aquellos aciagos días.

 

PADILLA  SEGUNDO DEL ALMIRANTE BRION

De Haití, acaudillado por el Libertador salió para combatir en las provincias de Venezuela. De su anterior grado de Alférez de Fragata, había ascendido, por méritos propios en la Campaña de 1819, a Capitán de Navío, porque valerosamente había combatido unas veces en las fuerzas marinas y otras en las de tierra, según las necesidades que se presentaran en las diferentes ocasiones.

En la toma de Ocumare, Campano y en el asalto y toma de la gran Plaza de Angostura, Padilla combatió victorioso. La fama de Padilla era ya tan grande por los años de 1819, que el gobierno peninsular, empleando todas sus artimañas para entorpecer la disciplina del novel ejército patriota, había tratado de hacer un cisma entre los mismos comandantes de nuestras tropas. La persecución a Padilla se extendió hasta el punto de hacer prisionero a su anciano padre y llevarlo desde Riohacha hasta Cartagena. Cuando fue puesto en libertad en 1820, falleció el padre de Padilla.

En ese mismo año, Padilla, como Segundo Comandante de la Escuadra que comandaba el Almirante Luís Brion, aparecía en El Hacha con tropas republicanas que debían invadir esta ciudad para desde allí abrir las operaciones militares que dieran libertad definitiva a  las provincias litorales de Cundinamarca.  

En efecto, esta expedición que dispuso el Libertador a su regreso  de Venezuela, cuando quiso dar cuenta al Congreso reunido en Guayana de la victoria obtenida en la fantástica jornada del 7 de Agosto del año anterior en los campos de Boyacá y que había dado por resultado la ocupación de Bogotá y libertad de todo el  Nuevo Reino de  Granada, fue nuestra salvación, porque si en aquel triunfo obró  el  acierto con que el General Santander dirigió la Campaña de Casanare, apoyando las operaciones del Libertador  en Venezuela, el General Padilla en la marina, por virtud de aquella expedición dispuesta con acierto por el Libertador, fue el complemento de la obra de nuestra lucha.

 

PADILLA LUCHA COMO OFICIAL DE INFANTERÍA

El General Montilla, designado por el Libertador para dirigir las operaciones militares en estas provincias, donde había servido de 1812 a 1815, obediente a su llamado, abandonó su casa en la Isla de Saint Thomas y voló a las armas. Tomó el mando de la fuerza que se le confió, compuesta por una pequeña legión  Británica, algunos Jefes, Oficiales y poca tropa de hijos del Territorio libre de Venezuela, con la que se embarcó en la Escuadra de Brion, la cual haciendo rumbo a El Hacha y tomando su puerto, facilitó la ocupación de la ciudad patria de Padilla.

Montilla vio como por encanto  engrosadas sus filas de la Fuerza Expedicionaria con el pueblo en masa que pidió servicio. Con él, la fuerza disponible que había desembarcado y mucha parte de la tripulación de la Escuadra, marchó sobre la División Española que mandaba el Coronel Sánchez Lima.

Laguna Salada, punto del mismo territorio de aquella provincia, fue el teatro de un encuentro de nuestras fuerzas con las del enemigo, en el que Padilla, no como marino sino como infante, acompañó al Jefe de Operaciones, peleando heroicamente a su lado y terminando con la total derrota de los enemigos. Después de este pequeño triunfo, el enemigo, con mayor número de gentes de guerra y recursos, preparó la contra-ofensiva.  Viendo Montilla que le era imposible rechazarlo por inferioridad numérica y porque habiéndosele insubordinado la Legión Británica había tenido que desarmarla y mandarla a Jamaica, los republicanos tuvieron que evacuar la ciudad,  incendiarla y embarcarse con toda la  población civil.  La situación era bastante difícil pues ya en alta  mar con gente de ambos sexos y de diversas edades, se veía imposibilitado para llegar a algún puerto amigo para buscar víveres y aguada, por cuanto la costa entera, desde los confines de Venezuela hasta Puerto Cabello, se hallaba en poder de los  españoles. Los Jefes de la expedición, Brion y Montilla, creyeron que debían remontar y poner rumbo a la Isla de Margarita, de donde había salido la expedición, para salvarse.  En este estado desesperante en un Concejo de Jefes y Oficiales provocado por Padilla, este dejó oír su voz:

“Las corrientes y los vientos nos son contrarios, dijo. Como lo tenemos sabido, no hay aguada, no hay víveres, no hay puerto donde recalar. Los hijos de El Hacha hacen una  tripulación mayor que la que desembarcamos y a quienes debemos dar de comer. Hacer el remonte es ir a morirnos de hambre y sed, ó lo que es peor, a ser prisioneros; mas si se toma mi consejo, entonces nos habremos salvado y habremos salvado la Escuadra. Derivemos a sotavento y con doce horas de navegación, aseguro que nos encontraremos frente al Fuerte de Sabanilla, nos presentamos en la tarde, cerca de la noche, con el pabellón español; su guarnición que debe serlo de tropa española, no se alarmará, pues con tal bandera nos creerán amigos y con estos esquifes, iremos a tierra en la noche, sorprenderemos a dicha guarnición y apoderados del Castillo, nos pondremos en correspondencia con los patriotas de Barranquilla. Podremos saber así si los pueblos nos acogen y en tal caso podremos ponernos en acción, correspondiéndonos con la fuerza que está dispuesto que baje de Cúcuta al Valle  y así mismo con la que a la hora de esta debe recorre el Magdalena aguas abajo y poniéndose también ellas en correspondencia con la Comandancia en Jefe de ésta expedición.  Si lo contrario, tomaremos víveres, aguada y cuantas cosas sean necesarias para la Escuadra en general y convenientes a nuestra defensa. Entonces podremos hacer el remonte, y lo haremos en efecto, porque podremos ir sin otros temores y alejarnos de la costa cuando se juzgue preciso; así se salvará la Escuadra y nos habremos salvado…En una palabra, en uno y otro caso, se habrá salvado el pueblo, que va corriendo nuestra suerte, acompañándonos. En fin, el pabellón que flamea en nuestros mástiles, quedará bien puesto, así como nuestros nombres y el honor de nuestras armas; mas que todo, la causa Republicana y la Independencia de América, más tarde ó más temprano, será una cosa realizada”

Todo cuanto dijo Padilla, se cumplió casi al pie de la letra. Barranquilla, Soledad, Sabanalarga, los pueblos todos de Barlovento y Sotavento de la antigua Provincia de Cartagena, corrieron a las armas y Montilla, con una División ya respetable, provista de todo recurso, con municiones de boca y de guerra, pudo entrar en campaña y abrir operaciones sobre la afamada Cartagena de Indias, haciendo avanzar al Coronel N. Garcem, francés, a ocupar la parroquia de Turbaco, con un batallón de línea, después de haber espantado a una fuerza española que salió de Cartagena, en la ciudad de Sabanalarga.

 

PADILLA EN EL MAGDALENA

Padilla también desembarcó de la Escuadra de Brión surta en Sabanilla, entró en operaciones y comenzó a preparar fuerzas marítimas para obrar sobre Santa Marta. Sucedía esto en el mes de Junio y el día 29 de éste mes, terminó la dominación española en el Magdalena, cuando el Coronel Francisco Villa fue derrotado por los Coroneles  Hermógenes Maza y José María Córdoba. Estos pusieron a disposición de Padilla más de 20 bongos de guerra, en el menor de los cuales había  una pieza de artillería del calibre de a doce.

Con todo esto, Padilla apoyó los Coroneles Carrillo y Lara que el 10 de Noviembre de 1820 batieron a las fuerzas españolas del Coronel Sánchez Lima y el 11 de Noviembre de  1820, tremoló el pabellón de la libertad en Santa Marta.

Después de esto, subió Padilla por el Magdalena conduciendo sus fuerzas, entró por el Dique y pasó a ocupar la bahía de Cartagena para obrar sobre la Plaza Fuerte. Pero no pudo hacer mayores cosas debido a que se había pactado un armisticio de seis meses en ese mismo mes, en el pueblo de Santa Ana, entre Morillo y Bolívar, con cuyo acuerdo se regularizó la “guerra a muerte” que hasta entonces se había hecho y se suspendieron las hostilidades.

Firmado el “armisticio” con Bolívar, el 26 de Noviembre de 1820, Morillo deja encargado del Ejército Español al Brigadier Latorre y se embarca  hacia España el 17 de Diciembre de 1820.

En consecuencia de esto, Padilla, que se hallaba en la villa de Mahates, recibió órdenes de ir a estacionarse con su fuerza sutil en el pueblo de  Chimá, arriba de Lorica y sobre el río Sinú, y así lo hizo. Mas apenas se volvieron a abrir las hostilidades por haber cesado el emplazamiento acordado, dispuso sus fuerzas para el combate, previas órdenes que recibió y bajó a ocupar la villa de Lorica, que según los tratados había quedado neutral.

Habiendo enviado el gobernador de Cartagena, Don Gabriel de Torres y Velasco a Don José  Cándamo para el mismo objetivo, este tuvo un hecho de armas con los republicanos que ya habían ocupado a Lorica y  fue  vencido por  Padilla el  21 de Abril de 1821 en forma total.  

 

LA NOCHE DE SAN JUAN

Padilla, bajando por el Sinú, salió al mar  y continuó su marcha del Zapote al Boquerón y de allí a la Boca del Estero, empresa bastante difícil por tener que hacer navegar una escuadrilla de 31 bongos destapados por el mar.

El 6 de Mayo de 1821, ocupó la bahía sin mayores obstáculos. Las primeras diligencias fueron tomar las avenidas para impedir las comunicaciones de la Plaza con las Fortalezas de Boca Chica y la introducción de víveres por el mar. Tomó pues Padilla, todas las precauciones para impedir cualesquier sorpresa por parte del enemigo. Padilla meditó largo rato y comprendió que había  llegado la hora de dar un “golpe de mano” y así fue como apenas a un mes y diez y nueve días después de haber ocupado la Bahía, se fue sobre la Plaza el 24 de Junio de 1821 a la una de la mañana, logrando extraer debajo de los fuegos de los baluartes de San Ignacio, Santa Isabel, Barahona, San Lorenzo y el Castillo de San Felipe, TODA la fuerza sutil española, compuesta por dos lanchas cañoneras, tres bombardas, doce bongos y una gran Falúa, que sumaban 18 buques bien armados. La Falúa, que era el menor, tenía un obús del calibre de a 6. Para todas estas hazañas, Padilla no molestó al Jefe del Ejército, que tenía su cuartel general en Turbaco. La gesta victoriosa anterior pasaría a la historia como “La noche de San  Juan” acaecida ese 24 de Junio de 1821.

Habían pasado once meses desde que el Ejército Republicano, a órdenes del General Mariano Montilla se encontraba detenido ante los potentes muros de la Plaza fuerte de Cartagena de Indias y los más de 300 cañones que la guarecen. Una división de fuerzas sutiles, débiles embarcaciones de madera, surtas en la Bahía, contenía apenas el arrojo de los marinos que al mando del ya Capitán de Navío José Prudencio Padilla, intentaban cortar la comunicación entre la Plaza Fuerte y los Castillos de Bocachica. Al horroroso deguello ocurrido en Turbaco el 1º de Septiembre 1820, felonía solo digna de los “pacificadores” de nuestra patria, había sucedido el armisticio del 27 de Noviembre del mismo año, entre los Generales Bolívar y Morillo para la regularización de la guerra. Al romperse las hostilidades el 1º de Abril de 1821, la División Marítima Independiente, al mando de Padilla, había forzado a las fuerzas españolas a replegarse al fondo de la bahía y Padilla estableció su Cuartel General en la hacienda de Cospique.

Nuestro gran Almirante, genio visionario y audaz, se da cuenta que su incipiente Escuadra, puede ser atacada por los realistas y decide adelantárseles poniendo en juego un plan, que por audaz y temerario, es sólo posible esperarlo de él. Padilla había estudiado el terreno y decidió sin vacilar dar un “golpe de mano”, la noche de San Juan, después de la ronda de la madrugada.

La noche de ese 24 de Junio se presentaba oscura y nebulosa, con un cielo que amenazaba tempestad, mientras la ciudad sitiada por nuestros libertadores parecía dormir. Solo de tiempo en tiempo se oye uno que otro grito de alerta traído en las alas del viento para interrumpir el lúgubre silencio. Cuando eran las once de la noche y aún no terminaba de extinguirse el sonido de la última campanada, un globo de fuego iluminó con su luz fosfórica la silenciosa Cartagena.

El grito de “A las Armas” resuena por doquier y los baluartes que miran a la bahía se encienden como volcanes; desde San Ignacio hasta el Reducto se rompe un horroroso cañoneo; del Castillo de San Felipe de Barajas  salen nubes de metralla hacia la bahía y desde la barbeta y las arpilleras del Fuerte de Pastelillo se recibe la muerte a quemarropa. El enemigo había penetrado en la Bahía y se les había visto a la luz de la metralla trabajando en remolcar las embarcaciones ya rendidas, era ese el pensamiento de los españoles…Pero se llevarán sólo las astillas, si escapan vivos!!.Agregaban. Pero lo que en realidad pasaba era que había sonado ya la hora de la libertad y el Dios de los Ejércitos se había compadecido de los desgraciados. Toda la sangre de los hijos de la Heroica ciudad, derramada por los españoles, había subido hasta Él y había decidido extender su diestra poderosa en favor de los oprimidos.  Cartagena iba a ser libre. Una división de cinco esquifes y ocho faluchas con 162 titanes, que no hombres comunes y corrientes, han sorprendido a las fuerzas españolas y favorecidos  por la misma claridad que los vendía, antes de que los españoles pudieran maniobrar, ya habían puesto pie sobre la cubierta de sus buques.

El resultado de la acción se resume en la comunicación de Padilla para el General Montilla, tres días después de la gran victoria:

“Señor Comandante en Jefe: Tengo el honor de comunicar a V.S. que se ha realizado el proyecto de sacar de debajo de los fuertes de la Plaza, tres lanchas grandes con piezas de artillería de a 18 y la totalidad de los buques de guerra enemigos.  El bergantín “Andaluz” quedó echado a pique. La pérdida experimentada por nuestras fuerzas es muy poca, según los partes recibidos  y sólo han muerto tres hombres y han quedado nueve heridos, con algunos buques averiados. De todo daré cuenta a V.S. más detalladamente.

La contienda fue decidida muy en breve por la bravura y el denuedo de los Oficiales y Tripulación de mis fuerzas, pasando al filo de la espada  y matando a lanzazos a más de 200 enemigos. Para los buques apresados se necesitan cables y rezones pues todo fue preciso cortarlo. Puede V.S. estar seguro que no les ha quedado un solo buque armado.

Dios guarde a V.S. muchos años.   JOSÉ PADILLA. Comandante General de las Fuerzas Sutiles.”

Hay que destacar que en la memorable “Noche de San Juan”, Padilla estuvo secundado en el “Playón de los muertos” y en el Playón de Santa Catalina, por el bizarro Coronel Federico, Conde de  Adlercreutz, notable de Suecia, quien estuvo  distrayendo a los realistas mientras Padilla abordaba y apresaba los buques en esa noche gloriosa e hizo capitular en Bocachica al Jefe realista José María Olmos ese mismo 24 de Junio.

Pero las cosas no pararon allí. El 29 de Julio Padilla y sus marinos asestan el golpe de gracia al tirano, al capturar un hermoso bergantín con víveres, municiones y refuerzos que llegaban de España a Cartagena. Con esto se precipita la capitulación de Cartagena que se firmó el 24 de Septiembre de 1821 entre el General Mariano Montilla y el Gobernador de Cartagena Don Gabriel de Torres y Velasco.

 

NACE ENFRENTAMIENTO ENTRE PADILLA Y MONTILLA

Para estas fechas, la rivalidad entre Padilla y Montilla se comenzó a hacer mas seria debido a que una hermosa jamaiquina a la que llamaban “la zamba jarocha”, quien era la amada de Montilla, se enamoró perdidamente de José Prudencio y se fue a vivir con él. El General Montilla, reconociendo la acción de nuestra Armada en el triunfo que se acababa de obtener, envió el siguiente comunicado:

“A  los marinos de las Fuerzas Sutiles: Cartagena es de Colombia y vosotros la habéis hecho incorporar a la gran familia, con las memorables jornadas del 24 de Junio y 29 de Julio. El valiente guerrero que os comanda, el bravo Coronel PADILLA, os guiará siempre a la victoria.  Marinos: Imitad en todo a vuestro ilustre Jefe y sed como él, tan temibles en el combate, como generosos con los vencidos. Los cartageneros son vuestros hermanos y debéis tratarlos como tales. Yo así lo he ofrecido y vosotros así debéis  hacerlo; porque es justo y porque lo manda el gobierno.

Marinos: Conozco lo que habéis sufrido en una campaña tan penosa como dilatada, pero yo os prometo dividir entre vosotros y el ejército a mi mando, todas las atenciones y recursos; debéis estar convencidos de que una perfecta igualdad ha reinado en ambos cuerpos y que he hecho por vosotros, lo mismo que por mis soldados. Marinos: Recibid por mi parte los sentimientos de admiración, por vuestra noble conducta, mientras el gobierno remunera vuestros servicios. MARIANO MONTILLA, Cuartel General de La Popa.  A Octubre 3 de 1821. ”

La captura del bergantín cargado de víveres no obstante, costó a Padilla nueve muertos y diecisiete heridos porque tomó el buque bajo fuego graneado de las baterías de costa del Fuerte del León. Como ya se anotó, de esta acción siguió la rendición total de Cartagena, porque el ejército republicano en Turbaco, que hasta la fecha solo se había destinado a cerrar las vías de comunicación por tierra, estrechó el sitio, tomando y artillando la altura de La Popa, apoyado por una división de la fuerza de Padilla, situada en el Caño de la quinta, en cuyo estado  y preparado todo, rompió La Popa sus fuerzas y el gobernador Don Gabriel de Torres y Velasco, desengañado por la no recepción de auxilios desde Cuba y observando apagados los fuegos de sus baluartes, se vio en la necesidad de rendirse, sometiéndose a una honrosa capitulación. Fue así como el 10 de Octubre de 1821 el ejército Republicano ocupó la Plaza de Cartagena.

La voz de “Cartagena libre”, se oyó en Panamá y en dicha ciudad se proclamó también la Independencia el 28 de Noviembre de 1821, nombrando Jefe Supremo al Coronel Don José Fábrega. El desastre sufrido por el General Lino de Clemente, que tenía un valor impasible, lejos de retirarse a San Carlos o a Perijá, como lo inculparon entonces y poco después la historia, tomó la resolución de salirle al frente a Morales y en el campo de “Salina Rica”, después de un corto y rudo combate, fue derrotado el 6 de Septiembre de 1822.

Además  de   lo anterior,     por la  traición del Comandante de la Fortaleza del Castillo de San Carlos de Maracaibo, Mayor Natividad Villamil, esta ciudad quedó en manos del Mariscal de Campo Don Francisco Tomás Morales desde el 8 de Octubre de 1822, con tan importante fortaleza que dominaba la entrada a la Barra del Lago, llave del ingreso a Maracaibo.

 

ATAQUE A LA BARRA

Los esfuerzos del gobierno republicano por recuperar la Plaza de Maracaibo habían sido infructuosos, pues el 13 de Noviembre de 1822, sucumbió en los sitios de Trinchera, Garabulla y Sinamaica, una brillante División al mando del General José Sardá, que aunque experto y valiente, fue totalmente derrotado.

En ese entonces, el ya General Padilla, que había preparado una  Escuadra de Alto Bordo que el gobierno había ordenado, levantó sus anclas con destino a Maracaibo.

En Riohacha, demoró un poco las operaciones, por cuanto supo que se tramaba una revolución en la Ciénaga de Santa Marta, en combinación con Morales. Puesto de acuerdo con Montilla, el 1º de Enero de 1823 embarcó a la gente de éste en su Escuadra y contramarchó a Sabanilla, donde se dispuso la pacificación de la región y el castigo a los revoltosos.

Volvió Padilla a llevar a Montilla y a su gente a El Hacha y de allí zarpó hacia el Lago de Maracaibo. Surcando este Lago, Padilla fondeó su Escuadra en Los Taques, donde permaneció arreglando maniobras y señales que debían seguirse y observarse, para forzar la Barra del Lago.

La Escuadra bloqueadora de Padilla se componía de la corbeta “Constitución”, de los bergantines “Bolívar”, “Marte” e “Independencia”, de las goletas “Espartana”, “Atrevida” y “Terror” y de tres flecheras.

Antes de forzar la barra, hizo derivar hacia Cartagena la corbeta de guerra “Constitución”, que por su gran calado para las aguas de la barra era muy peligroso que fracasara. En Los Taques permaneció Padilla con su Escuadra hasta principios de  Mayo, y de allí salían sus buques  por diversos cruceros a hostilizar a Morales, apresando los auxilios  que les enviaban a los españoles desde  las Antillas.

Dadas por Padilla las disposiciones convenientes y necesarias, determinó atacar la Barra y el día 7 de Mayo a las cinco y media de la tarde y fondeó la Escuadra frente al Castillo de San Carlos, guarnecido con tropas de Morales. Al amanecer del día 8 de Mayo y hecha  la señal de leva  se ordenó que los buques siguieran al guía que dirigía las operaciones y se dirigieran a la Barra en línea de combate y pasando por entre los fuegos de los Castillos de San Carlos y del que estaba al frente, que dispararon mas de 300 tiros de cañón, logró Padilla pasar impávido bajo sus fuegos, luciendo la bandera tricolor, divisa hermosa de los libres y espanto y terror de los tiranos y hacer surcar sus naves en aguas del Zulia. En esta jornada perdió el “Independiente” ó bergantín “Peikok”, que fue varado y posteriormente incendiado antes de dejarlo caer en manos enemigas y aunque se salvó a la gran mayoría de Jefes y Oficiales, tropa y tripulación, algunos murieron, quedando el buque deshecho. Debe reconocerse en justicia que la feliz operación del cruce de la Barra se debió en mucho al conocimiento de los prácticos maracaiberos Lucas Uribarry y Tomás Vega. Padilla y sus compañeros de armas, Renato Beluche, Joly y Chity, se cubrieron de gloria, llevando a cabo una empresa de las más audaces de la guerra de la Independencia.

Los puertos de Altagracia ó mejor dicho, la costa de Venezuela, fueron el Apostadero de Padilla. Morales contaba  con el puerto de Maracaibo, con alguna fuerza sutil marinera menor que la de Padilla, además de los buques de alto bordo, que también eran menores en número que los de Padilla.

Situada la Escuadra Republicana frente a Maracaibo, provocaba a la escuadra enemiga, que siempre esquivó el combate, pero vuelta a la Punta de Palma, fue atacada por la española el día 20 de Julio.  Trabado el combate, los enemigos trataron de abordar uno de los barcos, mandado por Beluche, quien se distinguió como de costumbre y logró hacer retirar al enemigo que perdió la goleta “Margarita” y los Capitanes de navío Francisco de Sales Echeverría y Manuel Machado. Padilla recibió una contusión de bala en la cabeza.

En el “Mohan”, atacó Padilla las fuerzas sutiles de los españoles, que logró maltratar aunque no destruir y en las cercanías de Maracaibo volvió a atacar a la Armada española, que huyendo, se acogió al puerto.

Anclada la Escuadra Republicana en Alta Gracia, avistó unas embarcaciones en que el enemigo remitía al Castillo de San Carlos todos los enfermos que tenía y los enseres de los hospitales. Perseguidas por aquella, muy pocos individuos pudieron escaparse lanzándose al agua y fueron tomadas once embarcaciones.

 

PROA A MARACAIBO

En perfecta combinación, Padilla y Manrique determinan dar un golpe de mano a la ciudad de Maracaibo y se dirigen a ella el 16 de Julio. La escuadra empezó el ataque contra una de las fortalezas poniéndose los buques debajo de las baterías a tiro de metralla y a las cinco de la tarde, en que se habían reunido las fuerzas, se trabó un reñido combate en las calles, que fue necesario ir ganando una en pos de otra. A las siete de la noche los republicanos eran dueños de media ciudad, lo que al ser sabido por Padilla ordenó el desembarco en el muelle del resto de la División y continuó el combate hasta las diez de la noche, hora en que el enemigo fue completamente derrotado. La Escuadra había sufrido cerca de Maracaibo un temporal tan violento que dos goletas rompieron sus amarras y encallaron cerca de la costa; pero fue tanta la actividad de Padilla y el acierto que tuvieron sus medidas, como útiles fueron para Colombia y gloriosas para su autor, que solucionó todos los problemas.

Pero a los pocos días, llegó al puerto de Los Taques el Almirante Ángel Laborde, marino experimentado al servicio español, que acababa de derrotar   una  Escuadra Republicana  al mando del Capitán de Navío Daniels en las costas de Puerto Cabello, el 1º de mayo de 1823, apresando en las costas de Barburata  las corbetas de guerra “Carabobo” y “María Francisca”, del Comodoro Daniels y las cuales hacían parte de la fuerza marítima que sitiaba a Puerto Cabello y acto seguido ocupó también la laguna con una fuerza superior a la de Padilla.

Laborde se situó sobre la ciudad y aunque  hubo varios encuentros entre las escuadras contendoras, Padilla, intrépido y experimentado siempre engañaba al  Jefe contrario  pues él esperaba la ocasión oportuna y más propicia para el combate.

Padilla esperó a Laborde en Punta de Palma.

Llegó pues esta y la acción naval más heroica que nuestra historia puede referir, tuvo lugar.

 

BATALLA  NAVAL  DE  MARACAIBO

Como queda dicho, la Escuadra Independiente, era inferior en número de buques, en tripulación y auxilios que pudiera recibir, porque las costas que ocupaba eran del enemigo, pudo hacer creer que la empresa de un combate le era ardua y por consiguiente muy arriesgada.

El 23 de Julio amaneció la Escuadra Republicana formada en línea y el gran General Padilla visitó cada uno de sus bajeles, exhortando a los Jefes, Oficiales y Tripulación a cumplir con su deber, siendo recibido con mucho entusiasmo y alegría.

La situación de las dos escuadras había llegado al extremo de la rabia y la desesperación y no quedaba otra alternativa diferente sino vencer o morir. Los víveres se habían agotado y el hambre y la miseria más horrible mostraba por doquier su lívido y espantable aspecto. Burros y animales inmundos, eran el alimento común para las filas batalladoras. Y sin embargo la fiebre del entusiasmo llegaba al delirio entre unos y otros, sin que fuera en parte a moderar el odio, ni el malestar de aquella conflictiva situación. Morales se mostraba impasiblemente cruel; pero ello no arredraba  a los patriotas que a nado, se lanzaban a las ondas del lago para incorporarse a los suyos o arrostraban la muerte sin ningún  género de  temor. La exaltación llegó hasta el punto de darse vivas a la libertad, por hombres, mujeres y niños, cuando en el fondo de la bandera negra se veían pintados los trofeos de la muerte….

Amaneció al fin el día  24 de Julio: El sol esparcía sus rayos como para la solemnidad de una gran fiesta. ¡Jamás la aurora se mostró más bella, ni el cielo tropical con tanta pompa !..

Como a las diez de la mañana y por órdenes de Padilla, el Mayor General de la Escuadra Don Rafael Tono y Llopis, mandó a hacer la señal de “llamada y reunión”, en el bergantín “Independiente”, de todos los comandantes de los buques. He aquí algunas de las disposiciones preliminares de ésta gran batalla:

“Marinos  y  tropa deben estar calzados, como para un caso de incendio. Sobre la cubierta de los buques se echará arena mojada, para no resbalar con la sangre. Las cobijas estarán empapadas para apagar algún fuego. Los cocineros y sirvientes, en lugar de confeccionar alimento alguno, se ocuparán de arrojar al enemigo granadas de mano y bombas de incendio; todos llevarán un lazo negro en el brazo izquierdo para distinguirse en la noche de los enemigos y en una palabra, se cerrarán  todas las escotillas para que nadie rehuya el cuerpo y no le quede otro partido que el de combatir. La señal de leva se hará con un tiro de pistola, para no alertar al enemigo de nuestra carga, sino cuando ya estemos al abordaje.”

Así mismo Padilla fue indicando a cada Comandante el buque contrario que debería atacar, con la advertencia, so pena de muerte, de no disparar un solo tiro, hasta no estar cada uno con su contrario a toca-penoles.

Esta fue la Orden general del Día y la crónica refiere que cuando Padilla se dirigió a Jolly para ordenarle que debía batirse con el bergantín “Esperanza”, ése inteligente y gallardo marino le contestó: “Juro por el Dios de la Libertad, que no estaré satisfecho, hasta no meter mi bauprés en el buque designado y hasta que él o yo volemos”

Manrique escogió los más valientes y acreditados oficiales de su División, para guarnecer los buques y entre ellos iba Luís Celis, destinado al bergantín “Independiente”.

Padilla, poco antes de las 14:00 Hs. fue a tierra a despedirse de Manrique y demás camaradas y les dijo: “Hoy se decide la cuestión y no queda otra disyuntiva que la victoria o la muerte. Yo os ofrezco, por mi honor, que vais a presenciar una u otra cosa! ” . Un aplauso unánime y estruendoso llenó el aire…«!Viva la República ! ¡Viva el bravo Padilla! ».

Serian un poco mas de las dos de la tarde cuando entró la brisa y como tocadas por un mismo resorte, se izaron las velas, pues se oyó la detonación de la pistola, que al costado del bergantín “Independiente”, disparó el bravo Padilla en señal de leva. Con viento en popa y la velocidad del rayo marcharon sobre la escuadra enemiga que a la sazón estaba arrejerada en CapitanChico; y aunque truena el cañón de la escuadra española haciendo estragos, los que combaten por la libertad siguen impávidos hasta llegar al abordaje, hacen la terrible explosión de sus cañones y sobre el humo se lanzan al abordaje machete en mano. El deguello fue horroroso; la sangre salía a torrentes por los imbornales y muy en breve, la laguna se puso roja y los cuerpos mutilados cubrían la superficie…

De mil seiscientos cincuenta españoles, mil trescientos quedaron fuera de combate entre muertos, heridos y prisioneros. Hubo buques en los cuales no quedó en cubierta ni un soldado ni un tripulante; y para que no faltara nada en tan trágica cuanto grandiosa escena, pasó el siguiente hecho glorioso: En medio del combate se oyó un estruendo horrible que removió las aguas y aturdió los aires…El humo ocultaba los objetos y hubo un momento de religioso silencio, en que los patriotas creyeron que el bravo Jolly se había volado en el bergantín “Marte”, como lo había ofrecido... Pero una ráfaga de viento descubrió el escenario y se distinguió a la “Esperanza”, hundiéndose en las ondas del lago con sus mástiles rotos…En tanto el “Marte” se bambolea pero se sostiene en la superficie con la bandera del vencedor. Federico, el Capitán del “Esperanza”, no queriendo caer en poder de Jolly, le dio fuego a la Santa Bárbara y abrió su sepultura en el abismo. (Un carro fúnebre, denominado El Queche, estuvo por espacio de tres días recogiendo los cadáveres que arribaban a la orilla y que con sus pútridas emanaciones ya apestaban y corrompían los aires).

La acción naval del 24 de Julio de 1823, la Batalla del Lago de Maracaibo, es una de las glorias más refulgentes de Colombia. Ella llevó el esplendor de las armas republicanas, a tanta o mayor altura que las batallas de Carabobo, Junín y Ayacucho. Ella no tuvo competencia y es la única brillante e inmortal que registran los anales de la América anteriormente española. Ni la batalla de Salamina ni la de Trafalgar, tuvieron episodios más famosos.

En mi opinión personal, con este inmortal triunfo se sella definitivamente la dominación española en nuestra Colombia y Venezuela, porque los españoles, después de su derrota en el Puente de Boyacá el 7 de Agosto de 1819, se habían hecho fuertes en las costas del país y con su Armada poderosa controlaban las líneas de comunicaciones y con ello propiciaban una reconquista por parte de la corona. Pero con la  inmensa derrota y la destrucción y captura  de sus naves de guerra, quedaban sin poder pensar en una segunda oportunidad de volver a someternos.

 

UNIDADES NAVALES

Los nombres de los buques colombianos y los de sus heroicos comandantes, quedan esculpidos en la historia y son:

Bergantín “Independiente”, mandado por el Capitán de Navío Renato Beluche. A bordo de éste buque, tripulado con 110 hombres, iba Padilla con su Estado Mayor.

El bergantín “Confianza” lo mandaba el Teniente de Navío Pedro Uribarry y estaba tripulado por 51 hombres.

La goleta “Manuela Chity” la mandaba el Alférez Félix Romero y tenía 38 hombres.

La goleta “Peacock” la mandaba el Teniente de Fragata Clemente Catell y la tripulaban 36 hombres.

La goleta de tres palos “Emprendedora”, la mandaba el Alférez Tomás Vega y la tripulaban 50 hombres.

La goleta “Independencia” la mandaba el Capitán Samuel Pilor y estaba tripulada por 81 hombres.

La goleta “Antonia Manuela” la mandaba el Capitán José Rastigue, alias Bellegarde con 31 hombres abordo.

La goleta “Leona” la mandaba el Oficial Juan M. Au y estaba tripulada por 92 hombres.

La goleta “Espartana” la mandaba C.R.C. Mauclin con 80 hombres de tripulación.

El bergantín “Marte” lo mandaba el Capitán de Navío Nicolás Jolly y contaba con 143 hombres.

Además, 600 hombres entre Oficiales y tropa se embarcaron el día de la gran batalla, repartidos en estos diez buques.

 

Los buques de la escuadra española eran los siguientes:

Bergantín “San Carlos”, Bergantín-goleta “Riego”, Bergantín “Esperanza”, Goleta “Zulia”, Goleta “Cora”, Goleta “Mariana”, Goleta “María”, Goleta “Liberal”, Goleta “María habanera”, Goleta “El Rayo”, Goleta “Monserrate”, Goleta “La Estrella”, Goleta “La Goagira”, Goleta “La Especuladora”, y Goleta “Salvadora”.

Esta escuadra tenía abordo 1650 hombres entre marinos y tropa y de ellos sólo quedaron vivos 350.

 

LA  BATALLA

La manera como se realizó la gran batalla fue como sigue:

El bergantín “Independiente” atacó  y rindió al bergantín “San Carlos”. El “Confianza” atacó a la goleta “Zulia”.La goleta “Antonia Manuela” se batía con el bergantín-goleta “Riego”  y ya estaba casi perdida  y degollados cuantos la tripulaban, cuando fue recuperada por la goleta “Leona” y por un bote armado que salió en su auxilio desde el “Independiente”. La goleta “Peacock” abordó a la goleta “Liberal”. La goleta “Independencia” se batió con las goletas “Monserrate” y “Estrella”. La “Emprendedora” atacaba al bergantín “Esperanza” cuando éste voló. La goleta “Leona” derrotó a la goleta “Goagira”. La goleta “Espartana” derrotó a las goletas “Especuladora” y a la “Salvadora”. El “Marte”, donde iba Jolly, venció a la “Esperanza”, al “Rayo” y a la Monserrate”.

Las fuerzas sutiles de los españoles se componían de 16 buques perfectamente arreglados, que no pudieron  hacer nada ante el fiero empuje de los doce buque menores comandados por el fiero y leal inglés Salterio Chitty, quien mostró ese día sus grandes conocimientos náuticos y su inmenso valor, a toda prueba.

“Los realistas habían tenido la desgracia de ser embestidos cuando todavía se hallaban fondeados y no podían, como la escuadra patriota, evolucionar libremente, que les disparaba  a babor y a estribor sus terribles y mortíferas carronadas. Desventaja funesta que les salió muy cara, pues en medio del fuego y perdida  ya la esperanza de triunfar, picaron los cables y trataron de ponerse a la vela, pero en general, no lo consiguieron.

Once buques fueron apresados; un falucho de sus fuerzas sutiles y un bergantín fueron volados. Solamente se escaparon tres goletas, junto con dos grandes flecheras y el  resto de las fuerzas sutiles. Estas embarcaciones se abrigaron en el puerto de Maracaibo, aunque fueron perseguidas vivamente hasta el anochecer. Nuestras fuerzas sutiles causaron mucho daño a los enemigos e hicieron grandes servicios en aquella memorable jornada, marinando las embarcaciones cogidas y contribuyendo a la rendición de otras.

En esta terrible acción los patriotas perdieron once oficiales y ciento diez y nueve hombres entre marineros y soldados de tropa. El valor, el arrojo y las acertadas providencias del genial General Padilla en aquel día, fueron admirables y le dan un lugar distinguido en las brillantes páginas de la historia de la guerra de nuestra independencia”.

 

MENSAJE CONTRA MORALES

José Padilla; del orden de Libertadores de Venezuela, condecorado con varios escudos de distinción, General de Brigada de los Ejércitos de la República, Comandante General del Tercer Departamento de Marina y de la Escuadra de Operaciones del Zulia, etc. etc.

A los marinos y soldados a mi mando.

“Compañeros y compatriotas: Un solo esfuerzo nuestro basta para destruir a los tiranos que, sedientos de sangre y venganza, han osado invadir el territorio de la República, que creíamos eternamente libre  de sus opresores. El asesino Morales, que los acaudilla y que con violento despecho ha intentado empresa tan temeraria, jamás desmentirá la crueldad bárbara que forma su carácter y que a bien caro precio ha conocido esta provincia. Acordaos de los sucesos de Diciembre de 1815! Ellos estarán perpetuamente consignados en los fastos de Colombia y las ruinas lamentables de Bocachica y la sangre de más de 600 víctimas sacrificadas al furor de aquel bárbaro, os persuadirán de lo que debemos esperar, si, por una desgracia imprevista obtuviese sobre nosotros un triunfo, aunque el fuera precario. Marchemos, pues, contra ese monstruo de la tiranía y destruyamos de una vez ese puñado de perversos, último resto de los enemigos que escaparon de nuestras cuchillas en otros vencimientos; afiancemos para siempre la independencia y la libertad; y añadamos este nuevo timbre, a las glorias con que os habéis cubierto, cuando en Junio, Agosto y Octubre de 1821, arrancasteis sus fuerzas al enemigo que domina estos muros y le hicisteis conocer el valor de los pechos colombianos!

A bordo de la corbeta de guerra  “Pichincha”, al ancla en la bahía de Cartagena.

 

 PROCLAMA  DE  PADILLA  ANTES  DE LA  BATALLA

“A todos los señores Jefes, Oficiales, Tripulación y Tropas de la Escuadra bajo mi mando:

Compañeros: La puerta del honor está abierta: el enemigo nos ataca y nosotros lo esperamos! ¿Qué mayor gloria podríamos esperar?  Superior es su fuerza: De nosotros el valor y la decisión: ¿Le temeremos?  No: Ni el General Padilla, ni los bravos que tiene la honra de comandar vacilarán jamás al ver a su enemigo a su frente, sino, por el contrario, ansían que llegue ése momento!

Compañeros: Yo estoy cierto que la suerte nos lo proporciona para descansar y os aseguro la victoria, porque este es el último esfuerzo de nuestro agonizante enemigo; vuestro General os acompañará como siempre, hasta perder su existencia, confiado en vuestro valor y en la justicia de nuestra causa!!  Colombianos: Morir ó ser libres!! ” .

A bordo del bergantín “Independiente”, al ancla en Punta de Palmas, a Julio 21 de 1823.  José Prudencio Padilla. Nota No.2

 

INTIMACIÓN  DEL CONTRALMIRANTE  LABORDE

Laguna de Maracaibo, 17 de Julio de 1823.

El Segundo Jefe  de las Fuerzas Navales Españolas  en la América Septentrional, al Señor Don José Padilla, Comandante de las Fuerzas sutiles colombianas surtas en la Laguna de Maracaibo.

Guiado por los constante principios que han dirigido mi conducta política y militar, durante mi permanencia en las provincias de Venezuela, tengo el honor de dirigirme  a V.S. , en conformidad del espíritu que dictaron a mi paternal gobierno las instrucciones que me ha prescrito observar. Sentiré en lo íntimo de mi corazón, que V.S. por una mera obcecación, equivoque mi intención y desoiga la voz de la razón y de la humanidad, de que voy a ser el órgano de la honradez y veracidad que es característica y creo haber demostrado con bastante notoriedad.

Participo a V.S. que me hallo con medios muy sobrados para conseguir su total exterminio, si estos fueran mis deseos y mi intención; pero solo ansío por ver cesar los males de la guerra  e ínterin evitar la efusión de sangre, en casos que, como el actual, ninguna ventaja queda al obstinado que la de verla verter inútilmente. Por lo tanto y ante todas las cosas, propongo a V.S. una honrosa capitulación, prometiéndole que, hecha la entrega en mis manos de los buques de su actual mando, cuya próxima destrucción y captura anticipadamente puedo anunciar a V.S.. Por mi parte le aseguro que tanto V.S. como sus subordinados, pueden contar con la propiedad de sus equipajes y que, considerados como prisioneros de guerra, serán preferidos para canje; desde luego me obligo a hacerlos debidamente transportar en buques competentes al puerto de los que actualmente se hallan bajo la dominación del gobierno. Esta comunicación le será entregada  a V.S. por un oficial de nuestra armada nacional, el Alférez de Fragata Don Pablo Llanes, que, en  calidad de parlamentario, comisiono al intento. No dudo que V.S. a más de considerar en este oficial el carácter sagrado con que va revestido, usará a más de aquellas deferencias que en todo caso sabré agradecerle y que por esta misma vía, se servirá hacerme saber sus resoluciones y que desearé, sean acordes a los sentimientos que me han movido a dirigirme a V.S. y que en todo evento, conste que le he brindado generosamente a que ahorremos males que preveo y que solo a V.S. deberán atribuirse.

Ínterin tanto, aseguro a V.S. los sentimientos de consideración, con los que ruego a Dios guarde a V.S. por muchos años.   Ángel Laborde”

 

CONTESTACIÓN  DEL  ALMIRANTE   PADILLA

“El General de Brigada José Prudencio Padilla, de los Libertadores de Venezuela, condecorado con varios escudos de distinción, Comandante General de la Escuadra de Operaciones sobre el Zulia, al Segundo Jefe de las Fuerzas Navales españolas en la América Septentrional, Señor Don Ángel Laborde.

Si los principios que V.S. aduce en su nota parlamentaria le han instigado a hacerme la intimación a que a ella se refiere, el honor, ese sagrado timbre que está grabado indestructiblemente en mi corazón, me autoriza a contestarle que estoy muy ajeno a prestar oídos a voces efímeras, que son propaladas por el último delirio de un enemigo agonizante.  Anhelo probar con hechos mi respuesta: Siento que el pernicioso Tablazo me lo impida; pero aseguro a V.S. que no le daré la molestia de venir a recibir mi saludo muy distante de ese apostadero, e iré por el camino de la gloria a encontrarlo, si no tuviese que deslastrar mis buques.

Concluyo con asegurar a V.S. que vive muy sorprendido por el Señor General Morales : La situación de éste podría impelerme a hacerle la intimación que V.S. me hace, pues toda la Laguna y sus costas, conocen y obedecen mi gobierno; recursos inagotables están a mi disposición ; un numeroso ejército obra por todas partes, para pulverizar el miserable resto de alucinados que lo rigen y es extraño que si V.S. está impuesto de la verdadera posición política de nuestros respectivos gobiernos, deje de reconocer la justicia que me asiste, como la luz del día alumbra a todos!.

Dios guarde a V.S.

José Padilla. A bordo del bergantín de guerra “Independiente”, al ancla en los puertos de Altagracia, a Junio 27 de 1823”.Nota No.1.

 

Carta enviada por Padilla a sus superiores después de la Batalla Naval de Maracaibo.-

República de Colombia – Comandancia General de la Escuadra de Operaciones sobre el Zulia – A/B del bergantín “Independiente “ al ancla en los puertos de Altagracia, a 1º de Agosto de 1823.-

 

Señor Secretario de Estado  del Despacho de Marina y Guerra.

 

Tengo el honor y la satisfacción de comunicar a V.S., que el día 24 del próximo pasado mes, he atacado y destrozado completamente la escuadra enemiga, compuesta por 15 buques mayores y 17 menores. En mi comunicación del día 21 del mismo mes, acompañé a V.S. copia de la intimación que me hizo el Jefe español Laborde y de la contestación que le dí. Me envanezco de haberle probado con la verdad y la copia del Diario de Operaciones que con el No. 1º incluyo a V.S., le impondrá sucintamente de todas las ocurrencias de esta memorable jornada, que ha cubierto de gloria las armas de la República y llenado de horro y espanto al tirano.

En efecto, Señor Secretario: Lo difícil y arduo de la empresa la hace más apreciable. Diez buques mayores  y doce de fuerzas sutiles, contra los referidos del enemigo, bien tripulados y guarnecidos, era una diferencia demasiado notable; pero el arrojado valor y la decisión de todos los individuos que tengo el honor de mandar, superó estas dificultades. Inflamados sus pechos  al leérseles la Proclama, que bajo el No. 2º acompaño, prorrumpieron el “mil vivas a Colombia y mueran los tiranos”, y desde éste momento no dudé que la victoria sería nuestra, porque cada cual a porfía manifestaba los deseos de pelear y así fue que tan pronto como emprendimos el ataque, casi tan luego lo concluimos, porque no eran hombres sino fieras los que se arrojaban sobre el enemigo ; por cuya razón recomiendo a todos a la consideración del Gobierno; pero con particularidad , los contenidos en la nota No. 3º, para que en vista de las heroicas proezas con que se han distinguido, se les dé la recompensa que se estime de justicia.

Once buques y un falucho fueron hechos prisioneros en la acción, como verá V.S. en el Estado General Adjunto con el No. 4º y además, voló el bergantín-goleta “Esperanza”.

Nuestra pérdida, con respecto a la del enemigo, ha sido muy poca: Once Oficiales y treinta y seis individuos de tripulación

y tropa, muertos; catorce de los primeros y 105 de los segundos, heridos y un Oficial contuso, como lo manifiesta la Relación No. 5º; al paso que al enemigo le ha costado la horrorosa de más de 800 entre unos y otros, habiendo quedado en nuestro poder 69 individuos Oficiales y 369 individuos de tripulación y tropa prisioneros, según la Relación No. 6º, de los cuales he puesto a disposición del Señor General Manrique, los que constan en la Nota No. 7º.

Entre los Jefes y Oficiales muertos de encuentran el Capitán José Cándamo, el Capitán de Navío Mr. Federico, que voló el bergantín de guerra “Esperanza”, el Alférez de Navío Don Antonio Pascual, el id. Don Antonio Lleloyd, el ayudante de escuadrilla Piloto Don Manuel Suárez, el Teniente de la goleta “Esperanza” Mr. Pablot, el Oficial Don Antonio Manzarro, el Teniente Coronel Simón Granados, el id. Ventura Montesdeoca, el Capitán Crespo y el Capitán Montes.

Por declaraciones de cinco individuos pasados de la Plaza después del combate, hemos sabido: que Laborde siguió la misma noche para el Castillo, que el Capitán de Navío Sr. Lameson, Jefe de la Escuadrilla enemiga, llegó muy mal herido, como así mismo la mayor parte de la guarnición y tripulación del buque en el que él se hallaba, muertos y heridos, y el Segundo Comandante del mismo buque muerto ; que la flechera “Guaireña”, llegó con su Comandante y Segundo, heridos y que la mayor parte de su tripulación fueron muertos ó heridos y que al igual que ésta, todos los demás buques mayores y menores que escaparon, llegaron destrozados y con sus tripulaciones en los mismos términos.

Al siguiente día del combate, me retiré con todos los presos y la Escuadra de mi mando a este puerto, para recorrer, del modo posible y con la mayor brevedad sus averías, que no han sido pocas.

El día 26 de Julio, intimé al Sr. Laborde la rendición del insignificante resto de buques que guardaba, de que es copia la nota No. 8º y recibí del General Morales la contestación No. 9º, por cuya razón , dirigí a este Jefe el Oficio No. 10º; y como quiera que lejos de responderme el general Morales, lo hiciera su Segundo, el Coronel Don Narciso López, diciéndome lo que consta en el número 11º, dirigí a este Jefe últimamente el No. 12.

Los buques enemigos los tengo reducidos al corto espacio de la bahía o puerto de Maracaibo, sin que puedan moverse absolutamente a parte alguna, porque a su frente les tengo una fuerte división, compuesta por el bergantín “Marte”, las goletas “Independencia”, “Espartana”, “Peacok”” y “Emprendedora”, al mando del Sr. Capitán de Navío Don Nicolás Joly; y la Primera División de las dos en que he distribuido las fuerzas sutiles, al mando del Señor Capitán de Fragata Gualterio D’Chitty ; porque la segunda, al mando del Alférez de Navío Francisco Padilla, la he destinado, como lo he hecho el día 30, a ocupar el Río Garabuya.

Dueños nosotros, exclusivamente, de la Laguna y cortada la comunicación del Castillo por las fuerzas que tengo apostadas en dicho Garabuya, se halla el enemigo en la mayor consternación y vacilante. El paso del Secuy  y el puerto de Guerrero están libres y apenas llegue el ejército del Magdalena (con cuyo objeto oficio al Señor General Mariano Montilla), será embalsado y puesto en paraje donde pueda emprender sus operaciones y terminar esta campaña.

También acompaño a V.S. el Plan Original de formación de línea enemiga, algunas órdenes, despachos y diplomas de Oficiales y otros varios papeles, que se han interceptado en los buques prisioneros en la acción, por si le interesaren algo al Gobierno.

Recomiendo con el mayor encarecimiento al Supremo Poder Ejecutivo, la suerte desgraciada de las madres, viudas, hermanos y huérfanos de los beneméritos Oficiales, marineros y soldados, que gloriosamente perdieron su existencia en defensa de la libertad en éste combate y en los anteriores de que he dado cuenta a V.S.

Dios guarde a V.S.

JOSÉ  PADILLA”

(El escrito en itálicas es mío y muestra la inmensa calidad humana de nuestro Almirante Padilla, siempre preocupado de los hombres bajo su mando.)

 

DIARIO DE OPERACIONES

De la Escuadra Colombiana sobre el Zulia en los días 21, 22, 23 y 24 de Julio de 1823

Día 21.- Amanecieron los buques enemigos fondeados en Sapara; a las 06:25, avisaron del tope, que los buques enemigos se hacían a la vela; y se hizo la señal de que cada buque asegurase sus amantillos, drizas de gavia, de boca, pico, con cadenas, abozando sus escotines después de puestos

a la vela.

A las 07:30, se vio desde la cubierta de la “Guaireña”, de tres palos, fondeada como al principio del Tablazo; y después llegaron varias goletas a sus inmediaciones y fondearon también.  A las once, pasó el Señor General, Comandante General, a cada buque de la Escuadra, para leer una Proclama a las tripulaciones y guarniciones de estos, y exhortarles para que peleasen con todo el ardor con que lo verifican los verdaderos colombianos. En toda las Escuadra no se oían otras voces, que las de vivas  repetidos y no se veía más, en todos cuanto se hallaban embarcados, que unos ardientes deseos de pelear, presagios sin duda de la victoria. Poco después se hicieron las señales siguientes: 1º. Mucha actividad y presteza en las maniobras y señales. 2º. Zafarrancho de Combate. 3º. Cuando el Comandante esté demasiado empeñado en la acción y no pueda por el fuego o el humo, atender a los demás buques de la Escuadra, cada uno obrará según su valor, honor y conocimientos, para destruir a los enemigos y tener la gloria de vencerlos.

Seguidamente, se dispuso poner divisas a todo individuo de la Escuadra, para que fuesen conocidos en el acto de un abordaje y se les previno que, si esto se verificase de noche, debían estar sin camisa y se encargó también por Orden General a todos los Comandantes de buques que tuvieran mucha atención, pronta contestación y ejecución a las señales, así como que estuviesen listos para hacerse a la vela en el momento mismo que se les previniese por medio de las correspondientes señales.

A puestas del sol, quedaron fondeados los buques citados en el Tablazo.

 

Día 22.-  Al amanecer de éste día se vieron los buques enemigos fondeados en el Tablazo; y apoco rato se hicieron a la vela; con éste motivo y bien persuadido nuestro General de que no podrían salir del Tablazo, ni menos atacarnos sino con viento a la brisa, ordenó acercarse la Escuadra a la costa de Punta de Palma, cuanto pudiese, para tenerles el barlovento cuando intentasen batirnos y las fuerzas sutiles se colocaron en la misma  Punta de Palma citada.

Los enemigos continuaban por el Tablazo con viento favorable; pero a las 08:30 el viento les llamó al SE y fondearon, aunque algunos de ellos lo verificaron con la quilla. Componíase la flotilla enemiga del bergantín “San Carlos”, los bergantines-goleta “Maratón” y “Esperanza”, la goleta de dos gavias “Especuladora”, nueve goletas de velacho, dos pailebotitos, las flecheras “Guaireña”, “Atrevida Caribeña” y quince buques más entre faluchitos y piraguas armadas.

Vista por el Señor General la situación de los buques, dispuso que las goletas “Independencia”, “Manuela Chitty” y “Emprendedora”, pasasen un poco sobre las enemigas, pasando el mismo señor General en un bote, a observar a loa enemigos desde cerca. Estos destacaron sobre él los de su Escuadra, cuyo conocimiento hizo que el Señor Comandante General dispusiese fueran todos los de la nuestra, a incorporarse con las fuerzas sutiles, como en efecto se verificó muy luego luego. El viento continuaba al SE, bonancible, lo que permitía manejar las fuerzas sutiles ; y  por tanto, el Señor General avanzó con los buques  de mayor calibre sobre los enemigos y les hizo varios tiros con el mayor acierto, que fueron contestados por el enemigo pero sin que hubiésemos tenido la menor desgracia ; mas como el viento comenzó a llamarse al NE, dispuso el Señor General se retirasen las fuerzas sutiles a su lugar y que regresaran los botes a sus buques respectivos a eso de las once y media.

A medio día ya estaba la brisa fresca y algunos de los buques se hicieron a la vela, para enmendarse, quedando un bergantín-goleta y el “San Carlos” varados; pero que a poco rato aprobaron como los demás (sic). Al anochecer, seguía el viento fresco por el NNE y los enemigos estaban anclados en línea.

 

Día 23.- Amanecieron los buques enemigos al Norte de Punta de Palma formados en línea, según anochecieron, y el viento seguía al NNE fresco. Nuestras fuerzas sutiles se colocaron  inmediatas a la misma Punta y al Sur de ella, y el Señor General pasó a los buques de la Escuadra, para imponer o advertir a sus Comandantes, del modo como debían manejarse para conservarse  en buen orden e inmediatos a la costa, luego que se hiciese la señal de dar la vela; porque convenía no separarse de ella hasta que los enemigos rebasasen la Punta, para arribar sobre ellos, obrar con la ventaja del barlovento y frustrar los planes de aquellos.

A las 06:15, de hizo la señal de prepararse para dar la vela, y a las 06:37, viendo que se levaban los enemigos, se hizo la señal conveniente para igual operación, y luego, estábamos a la vela, poniendo en práctica, desde este instante el plan meditado de mantenernos obre los bordos muy cerca de la costa; a las 07:30 refrescó el viento demasiado y tuvimos que tomar rizos. A las 07:45, visto que los enemigos iban cayendo a sotavento, se hizo la señal de que cada uno ocupara su lugar; a las 08:09, la de imitar los movimientos del Comandante y a los cinco minutos, arribamos sobre los enemigos, que seguían en línea de combate de la vuelta del Sur.  A las 08:19 se hizo la señal de que cada buque de la Escuadra batiese con denuedo al que estuviese más proporcionado de los enemigos, hasta rendirlo, abordándolos si fuere necesario y nosotros, como la cabeza de línea, nos dirigíamos sobre la vanguardia enemiga; pero los demás buques excepto el “Marte”, se apuntaban a barlovento y se retrasaban demasiado en vez de obedecer exactamente lo que se es había mandado por las correspondientes señales. La “Espartana” fue la primera que orzó y a esta la siguieron las demás, formando estos buques una línea por nuestra aleta de barlovento ; y la “Leona”, que debía formar nuestra retaguardia, se hallaba bien distante y aún más a barlovento que las demás. Con este motivo, se les hizo la señal de forzar la vela y la de formar una pronta línea de combate, sin sujeción  a puestos para que no se embarazaran en busca de su lugar, a las 08:30, se rompió el fuego por nosotros y el fue contestado por los enemigos, pero visto por el Señor General que no bastaban las señales para hacer que los demás buques de la Escuadra se acercasen a batirlos, según se les tenía prevenido desde el principio, se embarcó él en su bote y fue personalmente a hacerlos cumplir con su deber. Los enemigos no se aguardaban a empeñar la acción : ellos forzaban las vela para evadirla y como veíamos que casi toda nuestra Escuadra se hallaba muy distante y que con motivo de las órdenes que el Seño General había dado a los buques (retrasados o) atrasados, seguían sobre las fuerzas sutiles enemigas que llevaban a retaguardia, nos pareció oportuno dar un repiquete corto con el “Independiente” y el “Marte”, por separarnos un poco de la línea enemiga, y aguardar después, en facha, la reunión de los nuestros, de la misma vuelta que aquellos, como así se verificó, cesando el fuego a las 09:15.

Los enemigos se dirigieron a las proximidades de Capitanchico y fondearon entre este y Maracaibo, quedando en línea de combate; pero nosotros permanecimos a la vela ordenando que pasasen todos los buques por la popa del “Independiente” para decirles a voz, que ocupasen su lugar ; y lo mismo se hizo con el Comandante de dichas fuerzas sutiles. A las 10:49, estando ya todos formados en línea e inmediatos unos a otros, se hizo la señal de abordar al enemigo ; pero estando ya en marcha para verificarlo, se quedó el viento muy calmoso y fue necesario suspender la ejecución ; pero no por esto desistimos, sino que esperábamos impacientes , que refrescara el viento.

A las 11:10 refrescó por el SE y se repitió la señal de abordar, pero volvió a calmar el viento y a estar vario, por lo que el Señor General, Comandante General decidió dejarlo para el siguiente día y darle descanso a las tripulaciones de las fuerzas sutiles, que habían estado desde bien temprano con el remo en la mano. A su consecuencia, dispuso diese fondo la Escuadra y se hizo la señal conveniente a las 13:05, quedando fondeados en una línea paralela a la costa. Loe enemigos anochecieron fondeados en el paraje indicado y nosotros en Altagracia, avanzando nuestras fuerzas sutiles a Punta de Piedras.

 

Día 24.-  Los buques enemigos permanecían en el mismo lugar y el viento estaba del E, al amanecer. Apenas permitían las claras del día distinguirse los colores de las banderas, se llamó a los Comandantes de buque y el Señor General, con motivo de lo ocurrido ayer, dispuso que el Comandante de la “Espartana”, Capitán de Fragata Jaime Bluck, quedase a bordo del bergantín “Independiente”, colocando en su lugar a su segundo el Señor Marey R. Maukin, y en lugar de este al señor Stag; ordenando al mismo tiempo que el Capitán de la “Leona” pasase al “Marte”, nombrando en su lugar a su segundo el señor Juan Mc Kam; reemplazando el hueco que en esta dejaba, Jaime Stuart, oficial de la “Espartana”; destinando a éste último buque al aspirante Santiago Moreno, para que se entendiese con las señales.

No contento el señor General con esta mutación, dispuso también alterar el Orden de Batalla, colocando los buques del modo que se manifiesta en el plano que se envía por separado, persuadido que de este modo se lograría la mejor cooperación de todos. A las 10:30 el señor Comandante General pasó en persona a bordo de todos los buques mayores y menores, con el objeto de arengar a sus dotaciones y animarlos de un modo eficaz, para que llegado el momento de atacar a los enemigos, lo verificasen con intrepidez y entusiasmo.

A las 10:40 voló el viento al NE y a las 10:50 se hizo la señal de prepararse para dar la vela; pero el viento se llamó al Sur, flojo, y se reservó  la orden de levar hasta que se entablase o afirmase el viento por donde nos fuera favorable.

En efecto, a la una y cincuenta y cinco minutos (13:55), logramos nuestros deseos. El viento se afirmó por el NE y la marea vaciaba, de suerte que aquel nos podía sotaventar y aquella nos aguantaba a barlovento. Todo nos era favorable y todo nos convidaba a atacar a los enemigos, que se hallaban fondeados a nuestro frente, en una línea paralela a la costa y próximos a ella. Dos goletas ocupaban la cabeza meridional de la línea y a estas las seguía el “San Carlos”, después una goleta y seguían alternativamente los bergantines-goleta y goletas, ocupando el otro extremo  ó  retaguardia todas las fuerzas sutiles.  A las dos (14:00) se mandó al Comandante de nuestras fuerzas sutiles que levase y siguiese desde luego sobre las de igual clase del enemigo, en atención a que por su menor andar debíamos adelantarlas. A las 14:20 se hizo la señal general de dar la vela; a las 14:28 la de formar en línea de frente para atacar a un mismo tiempo a todos los buques enemigos, que observando nuestros movimientos, se acoderaron. Algunos de los nuestros se retrasaban o no ocupaban sus lugares tan pronto como era necesario; seguramente por la falta de conocimientos en esta parte, pues que todos ardían por concluir con los enemigos; pero como el “Marte” estaba situado a barlovento y el bergantín “Independiente”, buque muy velero, a sotavento, fuimos proporcionando el andar a éste, de modo que quedase y siguiese perfectamente bien formada nuestra línea, para lograr bien el plan que nos habíamos propuesto, sin que por esto se dejasen de hacer las señales que fueron menester, para cada uno de los que se desviaban de su lugar.

A las 15:17, se hizo la señal de abordar al enemigo y se dejó izada, no obstante de haber sido contestada por todos los buques, para manifestarles que ninguna otra cosa nos restaba por hacer.  Formados como queda dicho, nos dirigimos con el mayor denuedo sobre los enemigos de un modo el más hermoso.  Ningún buque salía de  su posición y todos iban sobre alguno de los enemigos. A las 15:45 empezaron estos el fuego de cañón y a muy poco rato el de fusil, pero del modo más vivo y sin interrupción; mas la Escuadra de Colombia, acostumbrada a ver con desprecio sus fuegos, seguía siempre sobre ellos con la mayor serenidad, sin que se separase de su lugar ninguno de los nuestros y sin dispararles ni un tiro de pistola, hasta que estando a toca-penoles, se rompió por nuestra parte el fuego de cañón y de fusilería, sin que se pueda decir que fue primero, si abordar ó batirlos.

El bergantín “Independiente” se dirigió y rindió el “San Carlos”. El “Confianza” abordó valerosamente una goleta. A la de tres palos “Emperadora” se le rindió el bergantín-goleta “Esperanza”, pero la cual voló inmediatamente, dejando a ésta, al “Marte” y a todos los demás, cubiertos de humo, sin que en rigor pueda decirse  la conducta que observaban en aquellos momentos los demás buques, pero si sabemos que el “Marte” batió completamente y rindió a varios de los buques enemigos y que todos los demás cumplieron con sus deberes.

Los enemigos se vieron en las circunstancias más angustiadas. Del bergantín “San Carlos” se arrojó al agua la mayor parte de su  tripulación; la del bergantín-goleta fue por los elementos (sic); la de los otros buques no tuvieron la suerte que la del “San Carlos” y el mar se veía cubierto de cadáveres y de hombres nadando: cuadro a la verdad bien espantoso. En medio del fuego y perdida  la esperanza de salvarse al ancla, picaron los cables y trataron de hacerse a la vela, pero les fue en vano  en lo general, puesto que once buques de los mayores fueron hechos prisioneros; el bergantín-goleta “Esperanza” voló y fue igualmente hecho presa un falucho de sus fuerzas sutiles.  La goleta”Antonia Manuela” tuvo la desgracia de que aprovechándose los enemigos de su mayor proximidad a ellos, la atacaron y abordaron, no perdonando persona alguna que encontraran, ni aún los heridos y los muchachos de cámara; pero habiendo salido en su auxilio la goleta “Leona” y un bote armado del “Independiente”, aquella con sus fuegos protegió a este, que lo recuperó inmediatamente.

Tres goletas escaparon únicamente: las dos que estaban a la vanguardia y la “Especuladora”, que acercándose cuanto pudieron a tierra, huyeron para Maracaibo junto con la “Guaireña”, la “Atrevida Maracaibera” y la flotilla de faluchos y piraguas armadas, pero hechas pedazos y con muy poca gente.

El bergantín “Independiente” hizo un fuego horroroso sobre todas estas; el “Marte” sobre la “Especuladora” y sutiles y sobre estas también las goletas”Espartana” y “Leona”, como igualmente nuestras fuerzas sutiles, que causaron daños de consideración por un lado, y por el otro marinaban las rendidas y algunas que por rendir cedieron a la bravura e intrepidez de sus Comandantes, dirigidos por su Comandante Walter D’Chitty, Capitán de Fragata de la Armada de Colombia ; porque en medio de la desgracia de los enemigos, tuvieron los que huyeron, la fortuna de que no se les echase a pique, ni se les desarbolase durante el tiempo que se les fue batiendo por los buques citados; pudiendo llegar a la Plaza, favorecidos por el poco fondo y los bajos de la costa a las 17:30 a cuya hora nos hallábamos a dos tercios del alcance del cañón que tiene allí de a 18; por cuya razón y la de estar los buques expresados en el puerto, cesó el fuego, hicimos la señal de unión y seguimos sobre bordos, a colocarnos en las proximidades de tres goletas presas que se hallaban varadas en las inmediaciones de Capitanchico.

En esta gloriosa y memorable acción hemos tenido la pérdida de once oficiales y 36b individuos de tripulación y tropa muertos y 14 de los primeros y 105 de los segundos heridos y un Oficial contuso, al paso que al enemigo le ha costado la horrorosa de mas de 800 entre unos y otros, habiendo quedado además en nuestro poder 69 entre soldados y marinos, 8 de  aquellos y 10 de estos,  heridos.

A las 18:15 fondeamos en el paraje citado los bergantines “Independiente”, “Marte”, las goletas ”Espartana”, “Leona”, “Peacock” y “Emperadora” y se reunió también el Comandante de las fuerzas sutiles con algunos de sus buques, a quien se comisionó para que salvase a las goletas varadas, como en efecto lo logró a eso de las 3:30 del día 25. El resto de los buques de la Escuadra, así mayores como menores, se dirigieron a la costa de Alta Gracia conduciendo las demás presas.”

 

No cabe la menor duda que el genio y la dirección impecable que el Almirante le dio a todos los asuntos, preparativos, cambios oportunos de personal y sobre todo su permanente accionar desde el buque donde se encontraba con su Estado Mayor durante la Batalla Naval de Maracaibo, hicieron la diferencia para lograr semejante triunfo para las armas de Colombia y su gesta pasará a la historia como ya se dijo, como una de las batallas navales mas brillantes y mejor conducidas y ganadas.

 

Relación de los muertos, heridos y contusos de la Escuadra de Operaciones contra Maracaibo, al mando del benemérito señor General José Prudencio Padilla, en la acción del 24 de Julio de 1823:

                        

ESCUADRA

Bergantín “Independiente”: Heridos: Alejandro Salgado, Secretario, Sargento Pedro Mendiola y dos soldados.

Bergantín “Marte”: Muertos: Capitán Manuel González, un marinero y dos soldados. Heridos: Oficiales de Mar: Juan Tombera, Moris Dickerson  y Trillón Grillete y seis marineros.

Bergantín “Confianza”: Muertos: Teniente M. Toulucet y Oficial de Mar Juan Rodríguez. Heridos: Francisco Amaya, Maestro Mayor de la Escuadra; Alférez de  Fragata, Cenón Uribarri, tres marineros y cuatro soldados.

Goleta “Espartana”: Heridos: El  Contador Francisco Antonio Acosta, un marinero y un soldado.

Goleta”Independencia” Muerto: Un soldado. Heridos: Capitán Ricardo Voigh y un soldado.

Goleta “Manuela Chitty”: Muertos: Oficial de Mar José González, Teniente de Infantería Pedro Herrera, dos marineros y dos  soldados. Contuso: El Comandante del buque Alférez de Navío Félix Romero. Heridos: Segundo Comandante Domingo Díaz, once marineros y diez soldados.

Goleta “Emprendedora”: Muertos: Tres soldados de infantería de marina, un marinero y dos soldados de infantería. Heridos: Cuatro soldados de infantería de Marina, tres marineros y un soldado.

Goleta “Peacock”: Muertos: Teniente de Marina Jaime Battle y Teniente de Infantería Pedro Díaz. Heridos: Dos marineros y un soldado.

Goleta “Leona” : Heridos : Capitán Juan Micán, Primer Piloto Julián Jupat, Guardiamarina Juan Chife, dos marineros y cuatro soldados.

Goleta “Antonia Manuela” : Muertos : Comandante del Buque Sr. Jean Rastigue, Bellegarde; Segundo Comandante Cristóbal Guerrero, Oficial de Mar José Vargas, Maestro de Amas Benigno Almanza y seis marineros. Heridos: Guardiamarina Francisco Col, Sub-Teniente de Infantería Juan Sánchez, Oficial de Mar Jerónimo Rengifo y 4 marinos.

 

 FUERZAS    SUTILES

“Valerosa Colombiana” : Muerto un soldado. Herido el Comandante Victoriano Valencia.

“Diligente”: Muertos: Teniente Esteban Cordero, dos marineros y un soldado. Heridos: Comandante Enrique Bertmon y dos marineros.

“Atrevida”: Muerto: Capitán Magdalena Pacheco.

“El Rayo”: Heridos: el Comandante, Teniente de Fragata Tomás Villanueva y seis marineros.

“Caraqueña”: Heridos: Teniente Esteban Rojas, un soldado y dos marineros.

“Vengadora”: Herido: un soldado.

“Corconá” Heridos dos artilleros y dos marineros.

“Triunfante” Heridos: El Comandante Teniente 2º Francisco Rincón y un marinero.

“Gutiérrez”: Heridos dos soldados.

“Favorita”: Herido un marinero.

 

A bordo del bergantín-goleta “Independiente”, al ancla en los Puertos de Alta gracia a 25 de Julio de 1823-13º.

Capitán de Fragata Rafael Tono y Ll.

 

Buques apresados en la acción del 24 de Julio de 1823

 

“Bergantines : “San Carlos”

Goletas : “General Riego” alias “Maratón” ; “ Mariana”;  “María” ;  “Liberal Guaireña”; “María Habanera”; “Rayo”; “Estrella” ; “Goagira” y “Cora”.

Pailebote : “Monserrate”

Faluchos : “Relámpago”.

Notas :  1ª.- Además de los buques que se apresaron a los  enemigos se les voló el bergantín-goleta “Esperaza”, a cuyo bordo había porción grande de pólvora y víveres.

2ª.- Entre los prisioneros que se hallaron a bordo de las presas y los recogidos en el agua por la “Emprendedora”, se ha reunido un total de 69 Oficiales y 369 individuos de tripulación y tropa.

3ª.- En la goleta “Rayo” y en la “María Habanera”, se han encontrado algunos víveres, particularmente en ésta última, que se halla casi cargada con caldos y otros renglones.

4ª.- Que además de los cañones y municiones de dotación de los buques apresados, se hallan doce de los primeros, de varios calibres, de hierro, a bordo del “San Carlos”, que le sirven de lastre y tanto en éste como en  la “Maratón”, hay porción de balas, también de varios calibres y algunas palanquetas.

A bordo de bergantín “Independiente”, al ancla en los puertos de Alta Gracia a Julio 30 de 1823.

Capitán de Fragata Rafael Tono y Ll. ”

 

PROCLAMA DE  PADILLA EL 26 DE JULIO DE 1823

José Padilla, de los Libertadores de Venezuela, condecorado con varios escudos de distinción, General de Brigada de los Ejércitos de la República, Comandante General del Tercer Departamento de Marina y de la Escuadra de Operaciones sobre el Lago de Maracaibo.

A todos los señores Jefes, Oficiales, Tripulación y Tropa de la Escuadra bajo su mando.

 

“Bravos Compañeros: 

Vencisteis y destrozasteis completamente la escuadra enemiga; vuestro valor no tiene ejemplo, y el mundo entero admirará las heroicas proezas con que habéis marcado vuestros pasos en esta laguna.

Compañeros:  Habéis correspondido también a la promesa que me  hicisteis de morir o vencer a mi lado, que nada me deja que desear. Testigo ocular de vuestro arrojo e indiferencia en los peligros, jamás dejaré de confesar que mi mayor gloria consiste en mandaros. El día 24 de Julio de 1823 ha sido para Colombia uno de los mas fastuosos; la gran victoria que en él adquiristeis sobre el enemigo es el seguro presagio de la ocupación de Maracaibo por las armas de la República y de la completa tranquilidad de nuestra patria.

Loor eterno a los bravos que arrostrando peligros y despreciando la muerte hicieron conocer a los tiranos la justicia de la causa de la libertad que sostiene; eterna memoria y gratitud a nuestros hermanos que con tanto honor derramaron su sangre en esta gloriosa jornada.

A bordo del bergantín “Independiente” al ancla en los puertos de Alta Gracia a 26 de Julio de 1823.”

 

 

Recomendación que el General José Prudencio Padilla, Comandante General de la Escuadra de Operaciones sobre el Zulia, hace al Supremo Gobierno de la República, a favor de los que se expresan por su valor, serenidad y exacto cumplimiento de sus  deberes en la memorable jornada del 24 de Julio de 1823

 

Generalmente, a toda la División de la Escuadra.

Capitán de Navío  Renato Beluche, Cdte. del “Independiente”

Capitán de Navío  Nicolás Yoly, Cdte. del “Marte”.

Cap. de Fragata  Rafael Tono, Estado Mayor “Independiente”

Cap. de Frag. Walter D’Chitty, Comandante  Escuadra Sutil

Cap. de Frag. Samuel Pilot, Cmdte. Goleta “Independencia”

Cap. de Frag. Mr. Castell, Comandante “Aventurera Picot”

Tte. de Nav. Lucas Iribarry, Comandante de la “Confianza”

Tte. de  Nav. Mr. Min Sis,  Segundo  del “Independiente”

Tte. de Frag. Tomás Villanueva, Comdte.  Pailebot “Rayo”

Tte. de Frag.  Denis Thomas, Comandante del “Marte”.

Alf. de Nav.  Fco. Padilla, Cdte. Segunda División Sutil.

Alf. de Nav. Felipe Bautista, Segundo del “Peacock”

Alf. de Nav. Félix Romero, Comdte. del “Manuela Chitty”

Alf. de Frag. Tomás Vega, Comdte. de la “Emprendedora”

Alf. de Frag. Jeónimo Rogito, Ofl.goleta “Antonia Manuela”

Alf. De Frag. Enrique Belmonte, Cmte. Pailebot “Diligencia”

 

                       Carlos Henek , del “Confianza”

                       John Mc Kam,  de la “Leona

Ofls.               Mr. Stuart, 2º de la “Leona” 

Habilitados    DomingoDíaz,2º de la “Chitty”                       

                       V. Valencia, Cdte.Flech “Balandra Colombia”

                       Fco. Zomosa, Comdte. Bote “Tunante”

 

Cap. Infamar. José de los S. Prados, Aydte. Est.Mayor Gener.

Sbte. Infamar.  Joaquín García,  Aydte. Comandante General

Alf. de Frag. Pedro M. Iglesias, Aydte. Comdte.General  a/b del “Independiente”.

Maestro May. de Velas,  Venancio de Avila , Bergantín “Independiente”

A bordo del bergantín “Independiente” al ancla en los puertos de Alta Gracia a 1º de Agosto de 1823.

José Padilla, Comandante General de la Escuadra.

(Francisco Padilla, era hermano del General en Jefe)

 

Intimación de Rendición absoluta que el General José P. Padilla  hizo a los Jefes  españoles vencidos en Maracaibo

República de Colombia, José P. Padilla de los Libertadores de Venezuela, etc. etc. etc. ….del Zulia.

Al Señor Ángel Laborde, Segundo Jefe de las Fuerzas Navales Españolas destinadas a obrar en Costa Firme.

Si prevalido V.S. del precario triunfo que adquirió el 1º de Marzo de 1823, apresando las corbetas “Carabobo” y “María Francisca”, y fundándose en la quimérica idea de tener sobrados medios para destruir mis fuerzas completamente, se creyó autorizado para intimarme la entrega de ellas, ofreciéndome gracias efímeras que solo alucinan a hombres cobardes; yo, apoyado en la verdad que V.S. ha palpado antes de ayer, le hablo con un lenguaje que únicamente usan los que sostienen un gobierno libre, generoso y filantrópico.  V.S. ha visto aquella lastimosa escena : V.S. debe penetrarse que nada es difícil a los hombres verdaderamente libres; V.S. no ignora, que la problemática situación en que se halla, no le presenta, por lado alguno, la más nimia existencia, de un modo que asegure su futura evasión; y ¿Querrá V.S. seguir aventurando proyectos sin modo de sostenerlos??. Cesemos las hostilidades aquí : Ríndame V.S. el insignificante resto de la Escuadra que le destruí; penetrándose que no me es difícil tomarlo a viva fuerza; y si V.S. , obsecado, me obliga a dar éste paso, nadie sino  V.S. es responsable, de los desastres que procuro evitar, en obsequio de la humanidad.

<<la horrorosa efusión de sangre, ejecutada en la goleta “Antonia Manuela”, acibara mi corazón : El señor General Morales la instigó y V.S. la ha protegido y sostiene. ¿ Son estos los principios de humanidad y filantropía, del paternal gobierno de V.S. ?. Para probarle abiertamente aquellos que profesa la Nación Colombiana, estoy dispuesto, si V.S. se rinde y entrega a mis manos el resto de buques que le he indicado, a concederle decorosamente lo que sea compatible con la justicia y la práctica de las naciones cultas, y espero que V.S., reflexionando en su verdadera situación, se prestará gustoso a ejecutar lo que significo, para que termine la desoladora guerra que tan injustamente sostiene ; ofreciéndole buque competente, para que siga V.S.  y los Oficiales que quieran acompañarle, al Castillo, u  a otro puerto español.

Tiene el honor de saludar a V.S. con la más distinguida consideración, su atento servidor.

Dios guarde a V.S.,  JOSÉ P.PADILLA

A bordo del bergantín “Independiente”, al ancla en los puertos de Alta Gracia, a 26 de Julio de 1823.

 

CORRESPONDENCIA ENTRE PADILLA  MORALES Y  NARCISO LÓPEZ

 

EJERCITO  NACIONAL  DE  VENEZUELA.

Señor General José Padilla.

“ El pliego que V.S. ha enviado ayer tarde, para el Segundo Comandante General de las Fuerzas Navales Españolas de la América Septentrional, no le pudo ser entregado, por hallarse ya en San Carlos y navegando al Saco, donde le aguardaban la fragata “Constitución” y la corbeta “Ceres”; pero se lo he dirigido anoche y no dudo que le llegará a sus manos.

Dios guarde a V.S. por muchos años.

              FRANCISCO TOMAS MORALES

 

 Cuartel General de Maracaibo a 27 de Julio de 1823.

República de Colombia. José P. Padilla, de los Libertadores de Venezuela….etc. etc.  del Zulia.

Al Señor Don Francisco Tomás Morales, Mariscal de Campo de los Ejércitos de la nación española y General en Jefe de Venezuela.

“Cuando intimé al Señor Dn. Ángel Laborde, 2º Comandante de las Fuerzas Navales españolas en América Septentrional, la rendición del insignificante resto de buques de la Escuadra que destruí el 24 del actual, no fue otra mi intención que evitar la horrorosa efusión de sangre que en caso contrario no podría, porque con objeto de atacarlo y tomarlo con seguridad, he dispuesto inmediatamente mis fuerzas y solo espero la contestación de la expresada intimación. Si el Señor Laborde, como me dice V.S. en su nota oficial de hoy se halla ya navegando al Saco, donde le aguardaban la fragata “Constitución” y la corbeta “Ceres”, V.S. ó el Jefe que haya quedado encargado de los buques, debe contestarme;  con cuyo objeto acompaño copia del Oficio que le dirigí.

 Como quiera que V.S. propone al Señor General de éste Departamento, al Benemérito Manuel Manrique, entrar en tratados, a cuyo efecto se reunirá este Jefe con el que V.S. ha elegido, en la isla de Buros, no puedo menos que hacerle presente que, si prevalidos de la negociación, intentan los buques moverse de este puerto o destino, esté cierto que los atacaré y apresaré en el momento que lo verifiquen. Sírvase V.S.  deliberar lo que estime conveniente, o el Jefe que manda los buques  y el avisarme su resolución lo más pronto que pueda, para arreglar yo mis operaciones.

Dios guarde a V.S.

 JOSÉ PADILLA

A bordo del bergantín “Independiente”, al ancla en los puertos de Alta Gracia a 27 de Julio de 1823.

 

EJERCITO NACIONAL DE COSTA FIRME.-Cuartel General de Maracaibo a Julio 28 de 1823.

Al Señor General José Padilla, Comandante de la Escuadra Colombiana surta en la Laguna.

Deduciéndose de la comunicación que V.S. acaba de dirigir al Señor General Francisco Tomás Morales, hallarse enterado de las relaciones de entrevista acordada entre el Señor General Comandante General Manuel Manrique y yo, me creo autorizado, así por esto como por la enfermedad del expresado mi General, a manifestar a V.S. , respondiendo a la citada nota, que se resiente mi pundonor y delicadeza, de que crea que, estando empezada una negociación tan seria, fuésemos capaz de cometer ningún acto de los que V.S. recela y por lo mismo espero que desistiendo de semejante sospecha, tendrá la bondad de suspender toda hostilidad hasta que aquella se termine.

Dios guarde a V.S. muchos años. 

NARCISO LÓPEZ.

 

República de Colombia.- José Padilla, de los Libertadores de Venezuela…etc.etc….. Al Señor Coronel Don Narciso López, Segundo Jefe del Ejército Español de Costa Firme.

El objeto principal con que me dirigí ayer al Sr. Francisco Tomás Morales, fue el de que me contestase, bien por S.S. o por el Jefe que mande el insignificante resto de la escuadra que destruí el 24 del actual al Sr. Ángel Laborde, la intimación que le hice a éste Jefe, para que lo rindiese y entregase a mis manos, estando pronto a concederle todo cuanto fuese compatible con la justicia y costumbres de las naciones cultas; a cuyo efecto, acompañé al Señor General Morales, copia de ellas, bien expresivas de mis intenciones, que son las mismas y serán, mientras que, como es debido y  esperaba, se satisface mi referida nota intimidatorio, por quien corresponda, si s que el Señor General Morales no debe o puede hacerle.  En tal virtud pues, y en contestación a la nota de usted de ayer, digo, que si inmediatamente no se me entrega el resto de los buques que le he indicado, repito, me hallo dispuesto a tomarlos a viva fuerza; no siéndome difícil verificarlo tan pronto como quiera, pues V.S. debe conocer, así como sus compañeros de armas, que mis expresiones las pruebo con hechos.

Dios guarde a V.S. –

JOSÉ PADILLA.

A bordo del bergantín “Independiente”, al ancla en los puertos de Alta Gracia a 29 de Julio de 1823-13º.

 

Como resultado de estas comunicaciones y ante la decisión firme del Almirante Padilla, el 4 de Agosto de 1823 se firmó la Capitulación Total en Maracaibo.

Relación de los buques tomados en la Bahía de Maracaibo, en virtud de la Capitulación concluida el 4 de Agosto de 1823, con el General Morales.

 

Goletas :  “Zulia”, “Salvadora”, “Atrevida Maracaibera”, de tres palos.

Falucho: “Resistencia”

Guairos : “Pedrito”, “Vengador”, “Morales”.

Flechera : “Guaireña”

Piraguas: “Raya”, “Félix”, “María”, “El Duende”, “Altagracia”, “Papelonera”, “San Francisco”

Corbeta:   “Esperanza”.

 

Decreto por el cual se conceden honores y distinciones a la División Marítima de Operaciones sobre el Zulia.-

 

Francisco de Paula Santander, de los Libertadores de Venezuela y Cundinamarca, condecorado con la Cruz de Boyacá, General de División y Vice-Presidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, etc. etc.

Teniendo en consideración el importante servicio que ha hecho a la República, la División Marítima de Operaciones en el Zulia, desde que se introdujo en la Laguna de Maracaibo a favor de una audacia extraordinaria, hasta que las armas de Colombia tomaron posesión de la ciudad y sus fuertes, particularmente en el glorioso combate naval del 24 de Julio último y deseando señalar con la debida recompensa, un servicio tan interesante, he venido, en uso de las facultades extraordinarias que me conceden el Artículo 128 de la Constitución y la Ley de 9 de Octubre del año XI, en decretar y Decreto :

1º.- La División Marítima que ha obrado en el Zulia, desde que se forzó La Barra, hasta la ocupación de la ciudad de Maracaibo es Benemérita de la Patria.

2º.- Al Comandante General de dicha División, General José Padilla, se le concede el uso de una medalla de oro, pendiente del lado izquierdo de la casaca, con cinta azul celeste, con este lema: Colombia, al General Padilla: Año de 1823. La medalla se costeará de los fondos públicos y se presentará al agraciado en nombre del Gobierno.

3º.- A los Oficiales y Tripulación de la Escuadra de Operaciones en el Zulia, se les concede el uso de un Escudo de metal amarillo ó de seda, en el brazo izquierdo, con esta inscripción: “Al valor de la Armada de Colombia: Año de 1823”.

4º.- Los Oficiales tendrán los ascensos que según sus actuales empleos y las leyes vigentes permitan concedérseles; y que se despacharán por separado.

5º.- Al General Padilla se le señala una pensión de tres mil pesos anuales sobre su sueldo, durante toda su vida; la tercera parte de ella a su viuda ó hijos después de su muerte.

6º.- A los Jefes, Oficiales y tropa de Infantería, que han cooperado a las operaciones en el Lago de Maracaibo, a las órdenes del Comandante General del Departamento del Zulia, se les conceden los ascensos que, conforme a sus actuales empleos, puedan obtener y que sucesivamente expedirá el Gobierno.

7º.- A los Oficiales e individuos de tropa de infantería y caballería heridos en los combates del 17 de Junio al 24 de Julio, se les concede el uso de un Escudo, en los términos prefijados en el Artículo 3º, con la inscripción : “Al valor y constancia : Año de 1823.”

8º.- A las viudas y en su defecto a los hijos y en vez de estos a los padres de los Oficiales y tropa de caballería y marina ó tripulación de los buques, que hubiesen muerto en los combates que precedieron a la ocupación de Maracaibo, se les declara el goce de la tercera parte del sueldo o prestación que disfrutaban sus maridos, padres o hijos muertos, conforme a la Ley del 8 de Octubre de 1821, sin perjuicio de lo que disponga la Ley de Montepío Militar.

9º.- Se pasará este decreto a la próxima legislatura, para su conocimiento y demás efectos que sean de Ley.

El Secretario de Estado en los Despachos de marina y Guerra, queda encargado de su ejecución.

Dado, firmado por mi mano y refrendado por el Secretario de Marina y Guerra, en el Palacio de Gobierno, en Bogotá a 2 de Septiembre de 1823-13º.

FRANCISCO DE PAULA SANTANDER.

El Secretario de Marina y Guerra, Pedro Briceño Méndez.

 

Adición al Decreto que Precede

En la fecha 17 del corriente, ha declarado el Supremo Poder Ejecutivo, que el Comandante General del Departamento del Zulia, General Manuel Manrique; los Jefes, Oficiales y tropa de artillería, que estuvieron a bordo  de la Escuadra en el combate del 24 de Julio, son acreedores a usar el Escudo de distinción concedido, en el Artículo 7º del Decreto del 2 de Septiembre corriente, publicado en la Gaceta número 100, a los Oficiales y tropa del Ejército heridos.

El Secretario de Estado, Briceño Méndez.

(Esta adición fue publicada en el número 101 de la “Gaceta de Colombia”, correspondiente al 17 de Sept. De 1823. No fue pues, motivada, como lo asegura el Sr. Ramón Azpurúa, por una reclamación hecha en Octubre por el General M. Manrique.)

 

Empleos y grados concedidos por el Gobierno en 6 de Septiembre, 15 de Octubre y 22 de Diciembre del año próximo pasado y 19 de Enero del corriente, a varios individuos de la Escuadra que obró en el Zulia, en virtud de las Recomendaciones hechas por el Sr. General Padilla, Comandante General de dicha Escuadra.  

 

Nombres y Apellidos   Empleo que tenía    Empleo que Asc.

 

Walter Davis Chitty      Cap. de Fragata       Cap. de Navío(E)

Rafael Tono y Ll.          Cap. de Fragata       Cap. de Navío(E) 

Pedro Dros                     Tte. de Frag.           Tte. de Navío

Tomás Villanueva          Tte. de Frag.            Tte. de Navío

Francisco Padilla            Alf. de Navío           Tte. de Fragata

Felipe Baptista                Alf. de Navío           Tte. de Fragata

Félix Romero                  Alf. de Navío           Tte. de Fragata

Tomás Vega                    Alf. de Frag.            Alf. de Navío

Jerónimo Rengifo            Alf. de Frag.            Alf. de Navío

Enrique Belmonte            Alf. de Frag.            Alf. de Navío

Pedro M. Iglesias             Alf. de Frag.            Alf. de Navío

Domingo Díaz                  Gª Marina                Alf. de Fragata

F. Stunard                         Gª Marina                Alf. de Fragata

Carlos Hueck                    Gª Marina                Alf. de Fragata

Juan McKam                     Gª Marina                Alf. de Fragata

Victoriano Valencia         Gª Marina                 Alf. de Fragata

Francisco Zamora             Gª Marina                Alf. de Fragata

José Santos Prado              Cap. De I.M.           Tte. Cor. I.M.

Joaquín García                   Sub-Tte I.M.            Tte. de I.M.

Alejandro Salgado           Secretario C.G.           Sub.Tte. I.M.

 

                           Admitidos en Servicio

Samuel Pilot          ......como                  Capitán de Frag.

Marco Mankin      ......como                   Tte. de Navío

José Carminaty      ......como                   Tte. de Fragata

 

Tomado de la “Gaceta de Colombia” # 124 del 29-Feb-1824

 

República de Colombia- Secretaría de Marina y Guerra- Sección de Marina No. 52- Palacio de Gobierno- En Bogotá, a 7 de Agosto de 1823-13º.

 

Señor General Comandante General de la Escuadra de Operaciones en la Laguna de Maracaibo.

“El Gobierno no olvidará nunca los importantes servicios que ha hecho la Escuadra al mando de V.S., en la campaña actual; y está dispuesto a recompensarlo debidamente, en las personas que se hallan en la Relación que V.S. acompaña con su comunicación de fecha 25 de Julio, No. 39, a que contesto de orden de S.E...

Dios guarde a V.S.-  Pedro Briceño M.

República de Colombia- Secretaría de Marina y Guerra- Secc. de Marina No. 67, a 7 de Sept. De 1823-13º.

Al Sr. Comandante General de la Escuadra de Operaciones sobre la costa del Zulia.

El Gobierno se ha enterado con la más viva satisfacción, de cuanto V.S. le dice en su comunicación fecha 6 de Agosto de 1823, No. 52, relativamente al gloriosísimo combate naval del 24 de Julio. El Gobierno presenta a V.S., por mi órgano, las más expresivas gracias, por la parte tan decisiva que ha tenido en el glorioso resultado de la campaña; y quiere que sea V.S., también el órgano para que en la Orden General de la Escuadra del mando de V.S., las presente a su nombre, a esos beneméritos Jefes, Oficiales y tripulación de ella. Por separado, se comunica a V.S. el decreto que ha dictado el Gobierno para recompensar a todos; y también por separado, se remiten los despachos de los que han sido ascendidos. El Gobierno me encarga diga a V.S., que, al dictar el Decreto y expedir los despachos, ha sentido el mas vivo placer, cual es el de recompensar a unos servidores de la República tan beneméritos como los de esa Escuadra, que con su valor y patriotismo, han destruido para siempre las quiméricas esperanzas de subyugar a Colombia que abrigaban los tiranos, a quienes han llenado de oprobio los triunfos marítimos que han precedido a la libertad de Maracaibo, sobre todo el 24 de Julio de 1823.

Dios Guarde a V.S.-

Pedro   Briceño Méndez

 

A fines de Octubre de 1823, el Libertador- Presidente Don Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, General en Jefe de todos los Ejércitos de Colombia, declaró al General Padilla benemérito de la patria, lo ascendió al grado de General de División y lo llamó desde entonces el Nelson Colombiano.

Padilla se retiró a fines de 1824 a Cartagena con su Armada de la Independencia y se dedicó a patrullar las costas del norte de Colombia, en prevención a cualquier intento de reconquista por parte de los españoles.

Con la Batalla de Maracaibo, se selló la época más gloriosa de la historia naval de Colombia. La intrepidez de los buques que llevan la bandera de Colombia es ya conocida en todos los mares del mundo.

El Libertador, orgulloso de poseer ahora una verdadera Armada, que le ha dado la satisfacción de la realización de sus sueños de independizar a cinco Repúblicas de América, se convierte en el más firme admirador de Padilla.

El General Santander, mediante decreto 086 de Junio de 1822 había ordenado la creación de la Escuela Náutica en Cartagena. El 31 de Julio de 1824 la Escuela Náutica presentó sus primeros trabajos y desafortunadamente los últimos, en imponente ceremonia presidida por el Almirante Padilla y el General Soublette. En los discursos de esa celebración se hicieron muchos proyectos, uno de los cuales era hacer una expedición para bloquear a La Habana, en poder de los españoles. Todo terminó en nada.

El Almirante Padilla le propuso al Libertador hacer una importante reforma en la Marina de Guerra, que se basaba en la técnica de España e Inglaterra, que él conocía muy de cerca. Pero la respuesta del Presidente fue el Decreto  del 7 de Diciembre de 1826 en el cual se ordenaba  “el desarme total de los buques de guerra y el inmediato retiro de la oficialidad sin goce de sueldo de retiro alguno, ni ahora ni después.” El Almirante se puso furioso  y le dijo a Bolívar: “Este decreto es una puñalada  a la Fuerza Naval de la República”. Este es el principio de una serie de discrepancias entre Padilla y Bolívar. Una serie de intrigas, odios, ambiciones no contenidas dan paso a una terrible conjura contra el héroe de Maracaibo. Se olvidan como por encanto las palabras que le dijo Padilla al Libertador: “El Ejército puede organizarse en un momento, pero la marina necesita mucho tiempo y dinero y jamás se ha visto una nación que se quede sin ella aunque esté en paz con todo el mundo”.

Padilla es acusado de querer acabar con la presidencia de Bolívar por sus antiguos compañeros de armas del ejército. Léase General Mariano Montilla que con sus intrigas permanentes confirmaba ante el Libertador las inventadas  palabras de Padilla como enemigo de Bolívar.

El General Padilla al llegar a Cartagena, donde era muy apreciado, es detenido y confinado por Montilla, mientras se le ordena presentarse en Bogotá a dar sus descargos por las terribles acusaciones que se dice ha hecho contra el Libertador.

En el año de 1828,  le escribe las siguientes cartas a su amigo el Coronel Daniel Florencio O’Leary:

 

Ocaña, 21 de Marzo de 1828

Señor Coronel Daniel F. O’Leary

Estimado Coronel:

He recibido la apreciable carta de V.S. y a pesar de los motivos que en ella me expone, todavía insisto en abrazar el partido de regresar a Mompox, que V.S. aprobó en nuestra conferencia de anoche. Respeto mucho la opinión de V.S. y reconozco los buenos deseos que le animan; pero no puedo resistir a razones que tengo por superiores, y aún me atrevo a esperar que V.S. no podrá rehusarlo su asentimiento.

Si marcho a donde el Libertador, mis enemigos, sabiendo la amistad distinguida con que me honra S.E., dirán seguramente que voy personalmente no con el objeto de implorar su justicia, sino con el de influir en su voluntad y atraerme su protección en contra de los que me persiguen; y yo respeto en tal grado al Libertador, que no quiero dar margen a que se dude de su imparcialidad.

Menos malo sería cualquier otro acontecimiento, que no el de que yo influyese en el descrédito del Presidente de la República.

Otros menos maldicientes, pero igualmente injustos, podrían decir que yo iba a pedir perdón; y mi conciencia me dicta que no he dado motivo para implorarlo. No creo, pues, que yo debía hacer este sacrificio, cuando no es necesario.

He reflexionado también que si salgo de los límites del Departamento, mis enemigos me calificarían de desertor y de aquí tomarían pretexto para intentar mi ruina con mayor encarnizamiento.

Por todas estas cosas y porque no tengo medios, ni siquiera ropa de uso para continuar mi viaje en solicitud del Libertador, quien a la fecha debe estar cerca de Mérida, insisto en la resolución de regresar a Mompox y allí aguardo que V.S. me dispense la gracia de enviarme sus consejos, seguro de que yo nunca olvidaré este favor.

Es de Ud. muy obediente servidor y amigo Q.B.S.M.

JOSÉ  PADILLA

Mahates, Abril 3 de 1828.

 

Señor Coronel Daniel F. O’Leary

Muy señor mío:

Habiendo llegado a Mompox de la ciudad de Ocaña, con el objeto reconocido de esperar las comunicaciones que tenía dirigidas a S.E. el Libertador, me encontré con una escolta de tropa que venía a prenderme, y unos papeles públicos que damnificaban mi honor. Estos procedimientos tan odiosos me obligaron a pasar  a la capital de Cartagena, para documentarme : habiéndolo manifestado en el acto de mi llegada, di parte oficial al señor Coronel Montilla y su resolución fue poner una escolta de tropa a disposición del Coronel Montes y presentarse a las puertas de mi casa con orden estrecha para que en el término de seis horas me alistase y siguiese preso a la capital de la República, o cerca de S.E., bajo las órdenes del Coronel Chitty y el Teniente Coronel Adárraga y la custodia de diez soldados de Húsares, como quiera que estos hechos tan escandalosos y vituperio en que me veo vejado hoy día, echan por tierra la magistratura que simboliza mi carácter, me veo abochornado, y por esto no creo que ni al mayor enemigo se le tratase tan despreciablemente como a mi se me trata.

Compañero: La felonía, el odio y la infamia con que contra mi se procede, han sido los planes que han formado estos grandes trastornos, queriendo hacer ver a S.E. mi enemistad; pero como yo tengo pruebas de lo perjudicial que es y será el General Montilla, no creo que S.E. me dilatará las acusaciones que se me hagan. Por tanto espero que la influencia de V.S. y la de sus amigos, será bastante para que acercándose a S.E. le hagan ver mi inocencia y pruebas de adhesión y fidelidad, pues yo ofrezco, cuando llegue ante la autoridad que me debe juzgar, esclarecer la malicia que tengo expresada.

Soy de V.S. , con la mayor consideración, su amigo y compañero Q.B.S.M.

José Padilla

 

Bogotá, Mayo 28 de 1828

Señor  Coronel Daniel F. O’Leary

Mi querido Coronel y amigo:

El día 26 del presente llegué a esta capital, donde me encuentro preso a cargo de un Oficial. Felizmente no me han privado el que mis amigos me visiten, cuyo excesivo número me ha honrado en ofertas y demostraciones de benevolencia, único consuelo que he tenido en mi actual encarcelamiento. A la verdad, amigo mío, no puedo decir que cuando considero mi situación y hago paralelo de los servicios que he consagrado a Colombia, y mi pretendido crimen, no puedo resistir el torrente de mi sentimiento, que a veces me conduce a la desesperación.

Es posible que el General Padilla sea el  único Oficial que en Colombia no tenga palabra de honor, para que esté como un insigne criminal, enrejado a la vigilancia de una guardia y encerrado en una casa con los caracteres de un presidio? ….

Créame Ud., querido amigo, que no puedo ser indiferente a la conducta que conmigo se ha observado tan injustamente y mucho menos conformarme con las atroces calumnias de mis enemigos, presentándome como enemigo del Libertador ; Yo enemigo de ese Gran Hombre; solo la perversidad de los míos puede imputarme semejante falta; sin embargo, los desprecio por su vileza, y espero tranquilo el día que el Libertador conozca que lo han sorprendido y recuerde lo que me hicieron padecer en otro tiempo esos mismos que hoy se titulan sus amigos, solamente porque yo lo era de él de buena fe. Mi conciencia reposa tranquila, pues estoy seguro de que jamás me ha ocurrido la idea de faltar a un hombre que ha sido y será siempre mi amigo más predilecto, como público y como particular.

He tenido el honor de recibir de parte de su señora y por recomendación de Ud., mil ofertas generosas que han llenado del más grande reconocimiento mi corazón y que quisiera  recompensar debidamente según mis deseos.

Yo espero que Ud. me consagre sus buenos oficios e influjo con el Libertador, a fin de que él se penetre de mi inocencia y se persuada de que es  falso todo lo que la malevolencia de algunos ha podido forjar contra mí.

No se olvide Ud. pues de su sincero amigo, Q.B.S.M.

 José Padilla

(Las cartas anteriores fueron tomadas de las Memorias del General O’Leary, Tomo 7º. O’Leary fue el casi permanente Edecán del Libertador.)

 

LA NOCHE SEPTEMBRINA Y FUSILAMIENTO

El General Mariano Montilla, nacido en Caracas el 8 de Septiembre de 1792, fue siempre un militar de segundo orden y un político ambicioso que se convirtió en enemigo jurado de Padilla porque este era muy bien considerado por el Libertador y le acusó con intrigas ante éste. Fue también enemigo de Bolívar a quien desafió a duelo el 8 de Marzo de 1816. Como puede apreciarse, el Almirante estaba seriamente preocupado por su encarcelamiento y juicio pendiente. El Oficial que lo custodiaba era el Coronel Bolívar, Oficial Venezolano muy amigo del Libertador, aunque no de su familia.

Desafortunadamente para Padilla, el 25 de Septiembre de 1828 se produjo la famosa noche de Septiembre en la cual trataron, sin resultado, asesinar al Libertador en su propia casa de habitación, siendo salvado por Manuelita Sáenz, quien lo hizo huir por una ventana de su casa. De inmediato se dio la alarma y se inició la persecución de los conjurados.

Algunos de ellos, llegaron a la casa donde tenían preso a Padilla, abrieron las rejas, mataron al Coronel Bolívar y le dijeron a Padilla que estaba libre, que se fuera lejos, porque el Libertador ya no estaba. Padilla, no hizo nada por atender a los que lo querían hacer huir de su prisión y aprovechándose de la confusión, volvió a sus aposentos de detenido, mientras el Coronel Bolívar yacía muerto en  la entrada de la casa.

Padilla fue detenido posteriormente en otro lugar y llevado a prisión con el resto de los conjurados, entre los cuales se encontraba el Coronel Nonato Guerra, con el cual sería ejecutado por cargas de fusilería en la Plaza Mayor (actual Plaza de Bolívar) el día 2 de Octubre de 1828, después de un juicio sumarísimo, a las once de la mañana.

Se dice que cuando lo iban a fusilar, trataron de ponerle vendas en los ojos, a lo cual se negó rotundamente, y cuando trataron de quitarle de su pecho las medallas y condecoraciones con que se presentó a su ejecución con gran coraje dijo: “Esas medallas no me las dio el Bolívar sino la República…Viva Colombia!!” . Diez fusiles buscaron por diez caminos su alma.

 

Declaración del General José Padilla, en el proceso que se siguió a los conspiradores contra el Libertador Simón Bolívar el día 25 de Septiembre de 1828

En la ciudad de Bogotá, a los 26 días del mes de Septiembre de 1828, el Señor Comandante General asociado del auditor, se constituyó en la pieza del cuartel del Batallón Vargas donde se halla arrestado el General José Padilla, a efecto de tomar su declaración indagatoria y para ello se le recibió juramento, que hizo según ordenanza ofreciendo por la cruz de sus espada y bajo su palabra de honor, decir verdad en lo que supiere y fuere preguntado; y siéndolo por su nombre, empleo, edad, patria y religión, dijo: que su nombre es como queda expresado, General de División, de edad cuarenta y cuatro años, natural de Riohacha, católico, apostólico y romano. Preguntóle en donde se halló la noche de ayer, especialmente desde las diez de ella, hasta el amanecer de hoy, dijo: que hallándose guardando prisión en el Cuartel de las Milicias de Caballería se recogió en su cama desde las siete de la noche, hallándose en la pieza anterior el Coronel José Bolívar; que el exponente se quedó dormido y bastante avanzada la noche, en que serían las once o doce de ella según conceptuó el expresado , el Coronel Bolívar se introdujo precipitadamente y desnudo a la pieza donde dormía el que declara, llamándole y dándole voces en que decía : “General, que me matan”, que a ellas se levantó el exponente y el Coronel Bolívar se le puso a la  espalda, cubriéndose con el declarante para no ser ofendido por una partida de diez o doce artilleros armados que con un oficial al que no conoció, que le atacaban ; que el exponente le insinuó y suplicó que no matasen a dicho Coronel, pero que desatendiéndole y amenazándole de matarle si no se retiraba, consiguieron hacer salir al Coronel Bolívar, al que condujeron al patio del Cuartel, donde le hicieron varios tiros, subiendo entre tanto una partida de soldados para obligar al declarante a que bajase y tomase partido a lo que se rehusó manifestándoles se hallaba preso y que no debía mezclarse en tal negocio; que consiguieron hacerlo bajar hacia la puerta del cuartel de donde, a favor del bullicio militar pudo escapárseles y volvió a subir a su alojamiento, en donde encontró al Sargento y un soldado de la guardia que le custodiaba y se habían refugiado en aquella pieza en unión de su asistente; que luego que se retiró la tropa que había entrado a aquel cuartel, reunió las armas de la guardia e hizo que su asistente cerrase la puerta del cuartel con llave, receloso de que intentasen volver a entrar a obligarle a tomar las armas como lo habían intimado al principio ó matarle si no accedía; que así permaneció hasta que advirtió que había cesado la batalla, en cuyo acto mandó a su asistente a que diera aviso al Señor General Urdaneta u otro Jefe, que el exponente se hallaba en el lugar de su arresto, habiendo dado varias voces hacia este cuartel, diciendo :”Vargas, aquí se halla el General Padilla”; pero que con el alboroto que había en este Batallón no se le oyó; que como a las cuatro y media de la mañana se le comunicó una orden del mismo General Urdaneta, por el Oficial Salazar para que pasase a éste cuartel, como lo verificó.   

 Preguntado si antes de que se levantara el Coronel Bolívar y le llamase, tuvo noticia o supo de algún modo la horrible conspiración que la Brigada de Artillería con algunos paisanos formaron para quitar la vida a S.E. el Libertador y asaltar su casa, dijo: que no tuvo noticia, ni remotamente, de lo que se le pregunta, pues hallándose un Oficial a su vista, debía este presenciar la conversación con cualquier persona que le visitase. Preguntado si por los movimientos militares de la tropa, el sigilo con que obraron, o los otros medios que pusieron para tan depravado designio, no sospechó hubiese alguna trama oculta contraria a la disciplina, al Gobierno y Orden Público, dijo: que no había otra tropa que la guardia que le escoltaba y así no vio lo que pasaba en el cuartel de Artillería ; en este estado se mandó suspender ésta por si conviniere continuarse, y habiéndola leído dijo: ser lo mismo que ha expuesto y la verdad bajo juramento que ha prestado y firma con  el Sr. Comandante General y el Auditor, por ante mí que doy fe. Joaquín Paris.- D.B. Álvarez. José Padilla.- Ante mi, Cayo Ángel.

 

EPILOGO

Ese 2 de Octubre de 1828, como ya se dijo, siendo las once de la mañana el Coronel Ramón Nonato Guerra y el General de División José Prudencio Padilla fueron fusilados. Sus cadáveres fueron colgados en la Horca instalada en la Plaza Mayor y allí permanecieron hasta muy entrada la noche. Existía en ese tiempo una sociedad católica llamada de la “Vera-Cruz”, la cual tenía por objeto auxiliar a los agonizantes y enterrar a los muertos pobres.   A esta Asociación acudió la familia de Guerra para retirar los cadáveres del Patíbulo, porque no se sabía que más quería hacer el Gobierno con ellos, y nadie se atrevía a tocarlos. En una noche tenebrosa y oscura, los miembros de la Asociación bajaron de las horcas los cadáveres y extraviando algunas calles se los condujo a la Iglesia de San Agustín en donde al día siguiente en la mañana se les hizo una misa y luego se les dio sepultura en la bóveda de Santa Rita, que había en una nave del templo. Así concluyó la vida de Padilla, intrépido marino colombiano que fabricó el pedestal de su gloria sobre las turbias ondas del océano.

La verdad es que las intrigas y calumnias del General Montilla habían hecho el efecto buscado: acabar con Padilla. El Libertador en persona fue quien dio la orden al General Urdaneta para que el juicio a Padilla terminara con su ajusticiamiento en la horca falsamente acusado de conspiración. Pero no se contentaron con eso. A  Padilla le quitaron todos sus derechos adquiridos. Se le degradó, se le confiscaron sus bienes,  se le suprimió la pensión y se le rebajó a ser un a persona despreciable para el Gobierno. Bolívar, de su propia mano, dio las órdenes para además de lo anterior, borrar el nombre del  inmortal marino de los fastos de la Independencia, destruir su brillante Hoja de Vida y Servicios, sus retratos, medallas y condecoraciones, con el fin de ocultar el crimen cometido. El único retrato de Padilla que quedó a salvo fue enterrado por su hermano Francisco Padilla en un carruso de plata que el Almirante había encontrado en las playas de Alta Gracia, durante la campaña de Maracaibo.

Sin embargo, el tiempo, que todo lo compone, empezó a poner las cosas en su forma debida. El propio Congreso venezolano en 1830, absolvió de toda culpa a los conspiradores de Septiembre entre los cuales se encontraba el General Santander, que por órdenes de Bolívar había estado preso en las mazmorras de Bocachica, Cartagena, por más de nueve meses, bajo la custodia de Montilla, que esperaba solo el momento preciso para hacerlo fusilar y ese mismo Congreso, declaró “persona non-grata” a Bolívar.

El libertador reconoció sus errores al fusilar a Padilla y al no ponerse de acuerdo con Santander. Antes de morir el 17 de Diciembre de 1830 dijo en San Pedro Alejandrino: “El no habernos compuesto con Santander, nos ha perdido a todos.”.

El 7 de Agosto de 1831, el General José María Obando, quien era un gran admirador del Almirante Padilla, a la sazón Ministro de Guerra y Marina, ordenó “el total desembargo de todos los bienes que pertenecían al benemérito General José Padilla, y que ellos sean entregados a su viuda”. El 3 de Octubre de 1831 se le hicieron  en Cartagena unas exequias simbólicas. En el Registro Oficial del Magdalena, número 229 el 13 de Octubre, se decía entre otras cosas: “Padilla, redentor del Magdalena, como muro fuerte e inexpugnable donde se estrellaron las miras ambiciosas de Bolívar, su verdugo, ha recibido el homenaje religioso que se reclamaba con justicia. El día 3 del corriente tuvieron lugar las exequias en la Santa Iglesia Catedral, donde con todo gusto y perfección se había elevado un catafalco, que sobresalió por el deseo que se advertía en los encargados de aquella tan recomendable como piadosa recordación. Esa víctima ilustre, sacrificada al odio, a la envidia de sus crueles perseguidores, los asesinos de la patria, ha recibido ya el tributo de sus compatriotas agradecidos.” Frente al catafalco se leía:

                  No existe el adalid tan belicoso

                   que temblar hizo al esforzado ibero,

                   y de Santa Marta el golfo proceloso

                   surcó valiente y conquistó severo ?

                   Expiró en un patíbulo horroroso

                   y de Colombia es mártir verdadero,

                   librando con su sangre al pueblo mismo

                   que rindió su cerviz al despotismo.

 

Con todo, después de estos actos vindicatorios, transcurrieron cincuenta años sin que la República volviese a homenajear su memoria esclarecida. Pero se hizo entonces la Ley 69 de 1881 del 30 de Junio, por la cual se dispuso la erección de una estatua en Riohacha. Fundida por el escultor italiano Carlos P. Bertarelli, se inauguró completamente el 11 de Noviembre de 1887. La goleta “Eulalia” transportó la estatua desde Europa, convoyada por buques de guerra engalanados con 50 banderas de diferentes países; ancló en Riohacha el 10 de Noviembre y fue recibida con salvas de 21 cañonazos ante una delirante  multitud. La gobernación del Magdalena decretó tres días de festejos patrios a la vez que el Presidente Don Rafael Núñez envió en su representación al Comandante del Ejército General Desiderio Becerra y a los Generales Juan Freile, Luís A. Pacheco, José Daza y Lázaro Riascos. A estos actos oficiales se unió el cuerpo diplomático acreditado en el país.

 

Se volvió a hacer mención a Padilla el 24 de Julio de 1923 con motivo de cumplirse cien años de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo.

Sus gloriosos restos fueron exhumados de la cripta de San Agustín y entregados por el Gobierno Nacional al Honorable Concejo de Riohacha. El 25 de Julio de 1923 sus restos fueron trasladados a Riohacha, donde reposan actualmente.

En 1947 se verificó un homenaje a Padilla con el bautizo de la Fragata que llevó su nombre, patrocinado por el entonces Ministro de Guerra Doctor Fabio Lozano y Lozano. En el sesquicentenario de la Batalla Naval de Maracaibo, en 1973, se celebraron apoteósicos actos organizados por las Armadas de Colombia y Venezuela. En 1974 , se ordenó la colocación de una placa conmemorativa consagrada a la memoria de Padilla en el lugar de su fusilamiento, en el costado sur-oriental de la Plaza de Bolívar y se bautizó un salón del honorable Senado de la República con el nombre de “Almirante Padilla” con la colocación de un retrato al óleo del prócer y ordenando que la Escuela Naval, con sede en Cartagena ostentara el nombre de “Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla” . El 2 de Octubre de 1978 en el sesquicentenario de la muerte del Almirante, se hicieron actos conmemorativos por la Armada Nacional y la Academia Colombiana de Historia.

Barranquilla, Julio 10 del  2005.

Capitán   FRANCISCO  E,   AGUDELO  RUDAS

 

NOTA :  Los datos con los cuales he conformado la anterior biografía fueron obtenidos de mis frecuentes visitas a la Biblioteca del Comando General de las Fuerzas Armadas de Colombia, a donde fui muchísimas tardes en el año de 1971, cuando hacía en Bogotá el Curso Regular de Estado Mayor en el Escuela Superior de Guerra, en “Biografías Militares” del General José Maria Baraya, en la Biografía de Padilla de Luís Capella, en el libro “El Almirante Padilla” de Jesús C. Torres Almeida y en muchísimos apuntes que tomé de los Señores General Jaime Durán Pombo, miembro de la Academia Colombiana de Historia que me honró con su amistad y en mis propias investigaciones sobre nuestro gran héroe naval.


A los marinos de Colombia se dedican estos trabajos de investigación.  Los PAÑOLES DE LA HISTORIA, son un  homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado.

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