Unidos por el mar 
y exhaustos por
el último poste
INSTRUCTIVO 
Nº 7
Instructivo virtual 
para fortalecer la cultura naval   

CUANDO ESPAÑA DEJO DE SER POTENCIA NAVAL
-La guerra de 1898-

Alegoría sobre el conflicto de 1898
 

En 1898, las escuadras de ultramar de los almirantes Montojo en Filipinas y Cervera en Cuba fueron sacrificadas. Centenares de marinos españoles perdieron la vida y decenas de naves fueron destruidas en una carnicería que pudo haberse evitado... Pero no se quiso. La primera obligación de las fuerzas armadas de cualquier país es asegurar la independencia de la nación a la que protegen. Asegurar su integridad territorial, su comercio, sus bienes. En 1898, esa era la primera obligación de la armada española.  En 1898 España poseía aún formidables restos de su pasado colonial. Las provincias de ultramar en el Atlántico y el Pacífico era todo lo que quedaba de aquel imperio en el cual "nunca se ponía el sol". Independizadas las naciones americanas, el antaño formidable poderío español se reducía a las provincias insulares de Cuba, Puerto Rico y Filipinas a las que la Marina Real Española había protegido con su disuasoria presencia antaño.

 

En 1898, un peligro venía cerniéndose sobre estos territorios desde muchos años atrás. Todos los avisos hacía años que habían saltado. EEUU ya había completado el primer paso de su "conquista del Oeste", que enlazaría los territorios costeros del Atlántico y del Pacífico a costa del exterminio masivo y planificado de las poblaciones indígenas que poblaban "aquellas tierras vírgenes". Una nación con un enorme potencial humano logrado a base de masivas migraciones, políticamente compacto tras el sangriento despedazamiento de la aventura confederada en la guerra de Secesión y con un desarrollo industrial apenas conocido en Europa pero de proporciones gigantescas. Una nación gobernada por una casta industrial y financiera anglosajona, blanca y protestante a la que las abrumadoras oportunidades de un país en construcción casi desde cero habían enriquecido enormemente. Una nación que crecía a pasos agigantados y a la que su gigantesco territorio le iba quedando cada vez más pequeño. Una nación que se enorgullecía de haberle robado a México parte de su territorio a la que movía una propaganda basada en "plantar al imperialismo europeo" desde su independencia de Gran Bretaña. Una nación joven, dinámica y enormemente próspera, "liderada" por una prensa que, tras callar sistemáticamente el genocidio llevado a cabo por el gobierno contra los pueblos indígenas, esos "indios" que eran los únicos verdaderos "americanos" de allí, se preocupaba en escarbar en cualquier cloaca para inventarse cualquier noticia capaz de movilizar a la opinión pública de la nación. Una nación que, cual Titán despertado, desataba una tras otra sus cadenas con inusitado poder.

USS MAINE

Y justo al lado de todo aquella olla a presión, Cuba y Puerto Rico. Las "Perlas del Caribe" que a finales del siglo XIX comenzaban a plantearse su futuro político. Un futuro que debía haber seguido un curso sin intervenciones ajenas cuyo resultado fue convertir ricos y prósperos territorios en colonias bananeras hundidas en la miseria. EEUU codiciaba Cuba y Puerto Rico. Y claro, también metieron en el mismo saco a Filipinas. Los intereses financieros que han gobernado, gobiernan y gobernarán el país de las barras y las estrellas se fijaron pronto en estas "gangas". Y como no podían comprarlas como compraron la Florida, decidieron que podían poseerlas a un mínimo costo, ya que la Marina que debería defenderlas era una Marina abandonada a su suerte por sus propios gobernantes. Pero necesitaban un pretexto, como el de las "armas de destrucción masiva" para atacar, invadir y dominar a Irak, en días pasados.

Entonces enviaron el acorazado MAINE en visita "de buena voluntad" a Santiago de Cuba. Allí, una explosión interna de origen "desconocido" lo hundió y toda la prensa norteamericana le echó la culpa al "sabotaje español". Las investigaciones revelaron que la explosión había sido interna, pero en EEUU nadie quiso escuchar. el gobierno español pidió un informe a la Royal Navy británica que concluyó que la explosión no era culpa de España, pero nadie en EEUU quiso escuchar. La decisión ya estaba tomada. Hoy, los norteamericanos afirman sonrientes que España no tuvo culpa alguna en la voladura del MAINE, lo cual es un gran alivio para las depauperadas conciencias...

En 1870, la Marina Española era la cuarta marina más poderosa del mundo tras la británica, la italiana y la francesa, con algunos de los mejores buques acorazados del globo y con capacidad suficiente para defender eficazmente los territorios de ultramar. En 1898, la Marina Española era una Marina dotada de naves con escaso o nulo poder militar. ¿Por qué? Porque los sucesivos gobiernos españoles habían abandonado a la Marina con ideas extravagantes y dementes. No era la calidad de las naves la que fallaba, ni incluso tampoco su cantidad. Era el concepto el que fallaba, ya que en un mundo en el que las marinas del mundo construían poderosos acorazados y cruceros acorazados, en España se empeñaban en construir  débiles cruceros, protegidos con flancos de hojalata y artillería de juguete. Y precisamente éste es el quid de la cuestión.

Si España en aquella época hubiera tenido una Marina adecuada, los EEUU no se hubieran atrevido a iniciar hostilidades, ya que la labor fundamental de las fuerzas armadas bien dotadas es LA DISUASIÓN.  Pues eso fue precisamente lo que no pasó en 1898. Los EEUU fueron a por el más débil, y el más débil era España. La Historia está llena de guerras que pudieron haberse evitado sólo con imagen y organización .

Lo único que debía temer EEUU de España, a miles de kilómetros de distancia, era su Marina, una marina compuesta por cruceros menores que pretendía alegremente, podían combatir con cruceros  y hasta con acorazados. En 1898 EEUU no tenía una armada como para hacer temblar a nadie, pero había sido construida paso a paso con inteligencia. Las naves eran buenas y su núcleo lo formaban buenos cruceros y acorazados que, aunque inferiores a sus iguales europeos, eran capaces de merendarse a toda la flota española, porque en 1898, España sólo tenía un acorazado y un crucero, éste último, adquirido a toda prisa a Italia cuando las cosas empezaron a ponerse mal y al que ni siquiera se le pudo instalar su artillería principal, enviándolo a la lucha sólo con parte de su artillería secundaria para que pudiera ser usado de blanco por toda la escuadra enemiga.

USS Maine después de la explosión

La tan comentada y analizada guerra de 1898 no fue tal, sino una carnicería, una matanza, una masacre en la que los bien dotados acorazados norteamericanos cazaron los barcos espoañoles,  uno a uno, sin posibilidad alguna de hacer nada por defenderse. Los marinos peninsulares cumplieron, con valor hasta el final, causando admiración a sus enemigos ante el arrojo desplegado y la capacidad de sacrificio. En dicha guerra, esos hombres demostraron ser mejores que los norteamericanos acertando más blancos y disparando con pequeños cañones. Los norteamericanos elogiaron públicamente el valor demostrado por los marinos españoles, abandonados a su suerte por su gobierno, aceptando su triste destino con valor y saliendo a combatir en las peores condiciones posibles contra un enemigo enormemente superior en todo, contra el que no tenían posibilidad alguna de victoria. Y cayendo en combate como deben caer siempre los marinos, con honor.

El gobierno español, que alardeaba de vencer a los "yankees" en pocas semanas, al saber de la matanza, echó inmediatamente la culpa precisamente a los que tan infamemente había abandonado y entregado al desastre. A esos marinos olvidados a su suerte que, al igual que sus antepasados en Trafalgar, consiguieron con su increíble valor y arrojo que la derrota fuera honorable y que el enemigo alabara a su vencido oponente.  Pero el desastre, que en lo literario fue tan bien con aquella grandiosa "generación del 98", sirvió para más cosas. Sirvió para que los españoles no volvieran a confiar en los políticos, lo que tan terribles consecuencias tendría 38 años después.

España despertó de su sueño sin Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Guam y Wake, convertidas en propiedades de los Estados Unidos. Y también se despertó sin Marina. Tras los primeros y muy desacertados pasos, los sucesivos esfuerzos como el Plan Ferrándiz, consiguieron dotar a España de una marina moderna y eficaz que en 1936 estaba en una buena fase de reconstrucción, con buen número de unidades alistadas y proyectadas, todas ellas magníficas, inspiradas en diseños británicos muy mejorados por proyectistas españoles, pero la Guerra Civil volvió a truncar todos los planes y hasta la "ayuda" norteamericana que  vendió (haciendo un suculento negocio) unos viejos barcos de la Primera Guerra Mundial, sólo dispuso de naves con escaso o nulo poder militar.

Pero bien distinto es hoy el panorama. España posee hoy una Marina dotada de las naves más modernas, basadas en proyectos norteamericanos adaptados y mejorados por preparados ingenieros navales. Y ¡por fin! hoy España posee una de las armas aeronavales más eficaces del mundo con el Grupo Alfa y, sobre todo, la firme decisión de que el desastre de 1898 no puede, no debe volver a repetirse jamás. Hoy España ya no es una nación aislada, sino perfectamente integrada en el conjunto socio-político-económico-militar de ese Occidente al que siempre ha pertenecido y al que hasta ahora se había mirado con recelo.